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DESPUÉS DE LOS JUEGOS DE LA XXIV OLIMPIADA

Fin de curso en el internado

La Villa Olímpica abrió sus puertas a los ciudadanos surcoreanos

LLUIS MAURI, ENVIADO ESPECIAL, La Villa Olímpica de Seúl, el templo prohibido donde los más rápidos, altos y fuertes héroes del Olimpo moderno han reposado durante los Juegos de 1988, abrió ayer sus puertas a los ciudadanos de la capital surcoreana. Los apartamentos que han alojado a Kristin Otto, Matt Biondi, Florence Griffith, Rosa Mota y VIadimir Artemov, entre otros seres mitológicos, serán ocupados por sus propietarios en enero de 1989. Los 10.670 pisos de la Villa Olímpica, la de la Prensa y la Olympic Family Town, construidos por el Ayuntamiento, fueron vendidos hace algo más de un año. Desde entonces, muchos ya han sido revendidos varias veces, en una espiral especulativa que ha incrementado en más del doble su precio inicial.

El pasado miércoles, tres días después de la clausura de los Juegos y uno antes de la apertura de la Villa Olímpica a la ciudad, el templo había perdido ya su imagen sacra. Definitivamente desalojado por la casi totalidad de sus moradores provisionales, más bien parecía un internado escolar al día siguiente del fin de curso, cuando sólo quedan unos pocos niños melancólicos a los que sus familias aun no han ido a recoger. Un silencio profundo, triste, casi deprimente, apenas interrumpido por el trajín breve de los pocos deportistas rezagados que empaquetaban las compras de última hora realizadas en el popular barrio de It'Aewon, invadía el enorme complejo residencial.Ayer, mientras algunos obreros se afanaban en desmontar las sólidas vallas de seguridad, los primeros ciudadanos que tenían acceso al recinto fijaban su vista en unas enormes colmenas grises de apartamentos en las que difícilmente llegarán a vivir algún día si su única fuente de ingresos es un salario medio surcoreano.

Hace poco más de un año que los pisos olímpicos, en el distrito de Songpa-Gu, al sureste de la ciudad, en una zona donde en los últimos años se han construido decenas de miles de apartamentos, fueron vendidos en su totalidad. La relación inicial de propietarios, no exenta de sospechas de arbitrariedad y tráfico de influencias acerca de la actitud de las autoridades metropolitanas de Seúl, no tardó en verse ampliamente modificada. Muchos de los apartamentos han sido revendidos ya en dos y tres ocasiones y algunos de ellos han alcanzado un valor de 80 millones de wons (unos 14 millones de pesetas), más del doble del precio inicial. [El salario mensual medio de un trabajador en Seúl es de unos 300.000 wons].

Alto nivel

Las viviendas de la Villa Olímpica, así como las de la Olympic Family Town, ambas al sur del río Han, en una zona de residencias de alto nivel para los baremos surcoreanos, tienen una superficie útil comprendida entre 75 y 140 metros cuadrados, a pesar de que la información oficial ofrece unas cifras que van desde 112 a 211 metros cuadrados, cálculo que no corresponde sino a la superficie bruta de la edificación. En opinión de los técnicos barceloneses desplazados a Seúl para observar la construcción, el diseño y el funcionamiento de la villa, la calidad de la obra, es Suficientemente digna" y los acabados, especialmente en lo que respecta a fontanería, electricidad y calefacción, son bastante buenos. La tecnología empleada en los sistemas centralizados de alarmas, detención de incendios (un detector en cada habitación), interfonía y otros servicios es quizá lo que más ha llamado la atención a los observadores de Barcelona. El diseño y la concepción estética de los bloques es, para los técnicos barceloneses, el aspecto que merece los mayores reproches: la villa se asemeja a cualquiera de los denostados polígonos residenciales que crecieron en los suburbios de las grandes ciudades españolas en los años 60 para los obreros del despegue industrial del franquismo.

En Seúl, una ciudad de 10 millones de habitantes y con un índice considerable de barraquismo a pesar del auge de la construcción de viviendas, no serán precisamente obreros quienes habitarán en su mayoría la colmena de la Villa Olímpica: el precio actual de los apartamentos es prohibitivo para una gran mayoría de surcoreanos. La calidad de construcción y el entorno urbano de los pisos de la villa, por otra parte, es de lo mejor que se puede encontrar hoy en Seúl para residir.

Las reformas de acondicionamiento que se realizarán en los apartamentos antes de que sean ocupados por sus propietarios e inquilinos, a primeros del año próximo, serán de poca envergadura. La operación se limitará a sustituir el linoleo de baja calidad del suelo por madera o tatami, extender la instalación de gas a cada piso y reemplazar el papel pintado de las paredes.

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