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El pasado turbulento de un magistrado

La estancia del juez Lorenzo-Penalva en Mallorca estuvo salpicada de conflictos

Palma de Mallorca ha sido desde hace muchos años el refugio predilecto del magistrado Carlos Lorenzo-Penalva de Vega. Allí pasó los mejores años de su vida y allí escribió las primeras páginas de su conflictiva vida profesional cuyo término provisional lo ha marcado su ingreso, el pasado viernes, en la cárcel de Lérida 2, tras ser condenado,junto aljuez Joaquín García Lavernia y otros abogados, por cohecho y falsedad. Durante la semana que ha mediado entre la condena y su presentación voluntaria en el citado penal, uno de los lugares vigilados por la policía, ante la hipótesis de una posible huída, fue su chalé en Bendinat, a 17 kilómetros de Palma.Estos días el magistrado ha sido recordado por muchas de las personas que se cruzaron en su camino durante los seis años en los que vivió en Palma de Mallorca como juez de la Audiencia balear. Carlos Lorenzo-Penalva nació en Alberique (Valencia) el 22 de noviembre de 1930. Desde muy joven quiso ser juez porque quería imitar a su padre, que era magistrado de la Audiencia de Barcelona. En 1956, cuando tenía 26 años de edad, logró su sueño y vistió la toga. Sus primeros destinos le Hevaron a Orcera (Jaén), Tamarite de Litera (Huesca), Alcaraz (Albacete), Manacor (Mallorca) y a los juzgados barceloneses de Vilafranca del Penedés, Sabadell y Sant Fehu, de Llobregat.

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En 1968, el juez Lorenzo-Penalva fue nombrado magistrado y su primer destino fue el Juzgado de Instrucción número 6 de Bilbao, aunque en diciembre de aquel año fue destinado al número 4 de Palma de Mallorca, adonde llejó con 38 años de edad.

Directivo de fútbol

Palma de Mallorca era un destino muy interesante para Carlos Lorenzo- Penalva, ya que la familia de su esposa, la mallorquina Amelia Sánchez Crespo, poseía numerosos bienes en la isla. El nuevo destino profesional del juez ofrecía a los Lorenzo-Penalva y a sus hijos la posibilidad de disfrutar de una lujosa vida personal y beneficiarse del trato que el franquismo otorgaba a los jueces de provincias.

La familia del juez se instaló en lo alto de Bendinat, una urbanización despoblada hace 18 años, pero que actualmente está a tiro de piedra de Puerto Portals, uno de los centros náuticos más lujosos de España y donde suele recalar el yate real Fortuna. El chalé está valorado ahora .en unos 40 millones de pesetas", según un agente inmobiliario.

Los que conocieron a Lorenzo-Penalva en su etapa mallorquina aseguran que el juez tenía un carácter muy difícil. Dieciocho años después de que ejerciera como titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Palma de Mallorca aún le recuerdan como "un hombre muy complicado; algo parecido a una máquina de crear problemas con la gente" En el Juzgado número 4, Carlos Lorenzo-Penalva tuvo numerosos contenciosos. Hay quien le critica haber administrado justicia con vehemencia, pero se trata de comentarios sin pruebas, de un mero estado de opinión.

El Colegio Oficial de Médicos de Baleares sí trató de encontrar pruebas de su presunta incompetencia o de su supuesta rigidez judicial. Lorenzo-Penalva ponía en aprietos constantes a los médicos, y alguno conoció la cárcel, aunque fuera sólo por unas horas. El colegio tuvo un contencioso con el juez y sus superiores le reclamaron más cuidado con su trabajo. Poco después, en julio de 1973, se trasladó a una sala de lo civil.

La razón de este enfrentamiento casi continuo se justificaba, según un periodista local, por el hecho de que "una hija de Lorenzo-Penalva murió a los 11 años y el juez siempre creyó que fue a causa de una negligencia médica".

Otros jueces, abogados y personalidades de la aristocracia de la isla, a la que el juez se jactaba de pertenecer, tuvieron también problemas con el carácter de Lorenzo-Penalva. Su afán de protagonismo le llevó a formar parte de la directiva del Real Club Deportivo Mallorca como vicepresidente de Guillermo Ginard, detenido en marzo de 1986 por tráfico de hachís. El juez ocupó asimismo la plaza de asesor fiscal del club y tuvo enfrentamientos con periodistas que criticaron la gestión de la directiva.

Anónimos con huellas

En 1975, una serie de anónimos llegó a los buzones de una veintena de personalidades de Palma. Las cartas, escritas a mano, amenazaban a quienes las recibían con que determinadas informaciones relacionadas con sus vidas y trabajos saldrían a relucir públicamente. Carlos Lorenzo Penalva se vio envuelto en el caso como sospechoso.

"Nunca supe quién me envió aquellas cartas, y lamento que después de tantos años jamás se me haya dado una explicación coherente de toda aquella pesadilla", explica Carles Blanes, una de las víctimas de los anónimos. Blanes es el director general de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de las Baleares, Sa Nostra. "No sé si aquellos anónimos los escribió Lorenzo-Penalva", explica Blanes, que prefiere olvidar el caso "porque ya ha pasado demasiado tiempo".

Lorenzo-Penalva nunca fue acusado formalmente de ser el autor de los anónimos, ni tampoco se conoció jamás el resultado final de la investigación oficial abierta por la Audiencia y que concluyó tras una comprobación dactilar a Lorenzo-Penalva.

Poco después del aquel incidente el juez pidió una excedencia que iba a durar cuatro años. En 1980 fue admitido de nuevo en la carrera y destinado al Juzgado de Instrucción número 14 de Barcelona. Posteriormente, llegó al número 6, donde en 1983 quedó al descubierto su forma de ejercer la justicia.

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