Un híto importantísimo

Alien -o Alien, el octavo pasajero, si se quiere- es, como 2001: una odisea del espacio, un punto importantísimo del cine fantástico. Redimensiona el terror más allá del vulgar susto de un brazo saliendo de detrás de una chirriante puerta, crea iconografías nuevas y da, por fin, como diera 10 años antes el filme de Kubrick, un acento adulto, culto, al género, que así accede a la categoría de mayor tras lustros de, si no desprecio -que también-, sí por lo menos indiferencia. A ello no es ajeno el boom del comic, ni la radical afirmación del diseño -excelente trabajo el de H. R Giger- como fuente de sabidu ría intelectual y placer estéticoOtros varios aspectos jalonain el éxito de Alien más allá de las esferas populares. Hoy es un hito indiscutible, y lo malo lo único malo, es la eclosión salvaje de imitaciones que ha ge nerado el -producto hasta llegar a una secuela más o menos reciente, Aliens, y la noticia de una tercera e incluso una cuarta parte. Aliens no era mala, era únicamente una película de aventuras muy bien enlatada que poco tenía que ver con su precedente de Ridley Scott, un hermoso, tenebroso, tenso, angustioso cuento gótico de horror por cuyas arterias y espeluznantes pasillos corren fantasmas de Conrad y Lovecraft, un suspense sobrecogedor capaz de atar al personal y amarrar sus nervios desde sus primeras imágenes. En la tele perdetá impacto, ojo.

El resto de la programacióne TVE para hoy tiene mucho menor interés. Una comedieta con Tony Leblanc, Laura Valenzuela y Alfredo Landa, La dinamita está servida; un melodrama con fondo bélico, El último baile en el club náutico, dirigido en 1974 por Ivo Novak, y otro norteamericano, La mujer de blanco, sin excesivo brillo.