Excelente Aranda

Hace exactamente un par de años la práctica totalidad de comentaristas cinematográficos se hicieron eco de la dificultad que entrañaba llevar a la pantalla la novela Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos, una de las cúspides de la literatura española de este siglo, una amarga reflexión sobre la realidad social de la España de posguerra. Y casi todos ellos coincidieron también en el excelente trabajo de Vicente Aranda en su adaptación de ese texto, una convincente lectura que, siendo fiel al espíritu y al tono de Martín-Santos, es también de una belleza cinematográfica sobrecogedora, una reconstrucción rigurosa y exigente del Madrid que cabalga entre dos décadas, la de los cuarenta y la de los cincuenta y un exacto ritmo que penetra en nuestros tejidos sensoriales perturbándolos, arreando duros latigazos a nuestra conciencia.Una obra, en cualquier caso, desasosegadora, triste, excelentemente interpretada por un equipo de actores de primera entre los que acaso habría que destacar a Juan Echanove, todo un hallazgo, en su Matías, ser atormentado cuyas borracheras y soliloquios se alzan en paradigma de una generación torturada por su miserable realidad.

Cumbres borrascosas es la otra película de interés del día de hoy, aunque para muchos cuenta como dato negativo su academicismo, propio de un autor de trazos Clásicos Y Pulidos como William Wyler. Pero su adaptación de la célebre novela de las hermanas Bronte -que también llevó admirablemente a la pantalla Luis Buñuel en Abismos de pasión- es, con todos los peros formales que se le quieran imponer, un trabajo concienzudo y estimable, en el que reinan los torbellinos pasionales y la fatalidad con una pulsión romántica a todas luces seductora. A destacar su bellísima fotografia en blanco y negro, del gran Gregg Toland, merecidamente recompensada en su día con un oscar de la Academia.

El resto del lote de TVE está compuesto de dos mediocres filmes españoles. Aunque Sólo para hombres, comedia dirigida por Fernando Fernán-Gómez en 1960 e interpretada por él y por Analía Gadé, tenga un cierto interés- desde un punto de vista genérico, no se cuenta la obra entre las mejores de su autor, que son muchas y muchas de ellas muy buenas. Por lo que hace a Zorrita Martínez, realizada por Vicente Escrivá en 1975, se trata únicamente de un vehículo a mayor gloria de su protagonista, Nadiuska, concebida en días de destape y apertura y ceñida exclusivamente a ello.