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La familia atribuye a un "momento de ofuscación" el suicidio de dos ancianos en Vilanova i la Geltrú

Las cadáveres de Gabriel Güell y Conxita Murgades, el matrimonio de 82 años que el pasado domingo se mató lanzándose a la calle desde su domicilio, fueron inhumados en la tarde de ayer en el cementerio de Vilanova i la Geltrú, localidad donde residían, distante 40 kilómetros de Barcelona. Fuentes próximas a la familia calificaron de "mentira sin fundamento" la versión difundida por algunos vecinos, que atribuyen el suicidio a la decisión de su único hijo de internar a los ancianos en una residencia geriátrica. Las mismas fuentes familiares aseguraron que el hecho obedeció a un "momento de ofuscación" y añadieron que en todo momento recibieron atención y cuidados por parte de sus allegados.

Los dos ancianos habían sufrido a finales de diciembre sendos accidentes. Conxita se fracturó el brazo en una caída y Gabriel se resentía de un golpe en la cadera. Ello les impedía en la práctica salir de su domicilio, un sexto piso del número 161 de la avenida de Francesc Macià de la mencionada localidad barcelonesa. Aunque fueron atendidos en el hospital comarcal de San Camilo, en la cercana población de Sant Pere de Ribes, no fueron ingresados por falta de espacio.Una joven contratada por la familia se encargaba de las labores de limpieza y arreglo de la casa, actuando a la vez como acompañante de la pareja. Esta asistenta no se encontraba en el domicilio en el momento en que la pareja de ancianos se lanzó por el balcón a las tres de la tarde del domingo, ante la aterrorizada mirada de una decena de testigos.

Una pareja afable

Ni los testigos presenciales en la calle ni los clientes de un bar próximo pudieron evitar la caída de ambos ancianos. Los bomberos, cuyo cuartel se encuentra a pocos metros de la vivienda, tampoco tuvieron ocasión de intervenir.Los vecinos describen a los fallecidos como una pareja afable de ancianos, a quienes siempre se les veía juntos. "Era la típica pareja de ancianos a la que uno le gustaría tener como abuelos", afirmó un vecino. El piso que habitaban, que era de su propiedad, se encuentra en uno de los sectores obreros de la ciudad conocido popularmente como los bloques de La Esmeralda.

Los convecinos consultados por este periódico afirmaron que la situación económica de la pareja era holgada y no tenían conocimiento de que los ancianos padecieran problemas psíquicos o de tipo depresivo. Gabriel Güell era popular entre sus vecinos bajo el apodo de el abuelo, al que saludaban en los pequeños comercios del barrio donde compraba con cierta periodicidad.

Tras el suicidio, el juez de Vilanova, Ramón Ignacio Macià, instruyó diligencias para averiguar entre las residencias geriátricas de la comarca si existía alguna solicitud de los familiares para ingresar a los dos ancianos. La investigación ha dado resultados negativos.

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El juez Macià cerró ayer el caso definitivamente. A pesar de que la hipótesis aceptada como válida es la de suicidio, la forma como transcurrieron los hechos -el marido empujó a la mujer antes de arrojarse él- se califica técnicamente como parricidio con responsable conocido, seguido de suicidio.

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