Demasiado tarde para volver
Un anciano fracasa en el intento de reconciliarse con su esposa al regresar a Lugo después de 32 años
"Después de tanto tiempo sería un sinsentido reanudar una vida en común. Treinta y dos años han sido toda una vida Con esta frase, Manuela Loureiro, de 74 años, puso fin a las esperanzas de su marido, José Villarino, de lograr una reconciliación tras permanecer más de tres décadas separados. De nada sirvieron los consejos y buenas intenciones de familiares, vecinos, amigos y hasta del alcalde del municipio, que se ofreció como intermediario en la reconciliación. Manuela no quiso perdonar "algunas cosas del pasado".
El reencuentro que se esperaba emocionante resultó breve y frío, aunque cortés. José Villarino no se quedará en Lugo, regresará a Santo Domingo, donde permaneció durante todo este tiempo.Desde hace 32 años, la señora Manuela y José no habían vuelto a verse. "La verdad es que ya ni te conocía", comentó ella. Y, pese a ello, el encuentro, que tuvo por escenario el pequeño salón de sesiones del Ayuntamiento de Vilanova de Lourenzá, al norte de la provincia de Lugo, fue más breve de lo que esperaban quienes se ofrecieron a intervenir como mediadores. En el ánimo de los asistentes estaba conseguir una reconcialiación entre Manuela Loureiro Barreira, de 75 años, y su esposo José Vilarino Díaz, de 76, después de un intento frustrado por parte de él de dialogar con su mujer, que no se avino a recibirle.
Como de otras muchas cosas que ocurren en Galicia, la emigración es la culpable de esta larga separación. En 1955, siete años después de casarse, José Villarino, según se dice acosado por las deudas, decidió marcharse a Santo Domingo. Manuela no volvió a tener noticias de él hasta la pasada semana. La operación Añoranza promovida por la Xunta de Galicia facilitó el regreso de Manuel, que viajó acompañado de su hija Carmen, de 19 años, fruto de una unión posterior en tierras dominicanas, de la que también tiene otro hijo de 10 años.
Mediadores
Tras el rechazo mostrado por Manuela a recibir a su esposo, con graves problemas de salud, el alcalde de Lourenzá, José María López Noceda, familiares, amigos y vecinos, intentaron actuar de mediadores en el conflicto matrimonial. Nada consiguieron. Ella no se mostró dispuesta a olvidar "algunas cosas del pasado". Y él pareció entenderlo "Esperaba que el momento fuera difícil, pero, pese a no haberse conseguido, ha habido un ambiente de cierto entendimiento y cordialidad", comentó.El acto duró apenas unos minutos, los suficientes para que José Villarino informase a los que allí se dieron cita de que durante muchos años trabajó como panadero y que ahora vive en una residencia benéfica dominicana, en la que, dice: "Aunque me tratan muy bien, yo preferiría estar aquí. Allí tengo que pedir permiso hasta para salir, y a mi edad es cuando más se añora la tierra".
Mientras, familiares de uno y otro mostraban sus distintos puntos de vista sobre la reconciliación. Así, Inocente Loureiro, emigrante en Argentina, hermano de Manuela, parecía comprender que "a estas alturas, y después de tanto tiempo, sería un sinsentido reanudar la vida". La señora Manuela despejó todas las dudas. No se avino a recuperar el tiempo perdido. Recordó los 32 años que vivió sola en su casa de la pequeña parroquia de Santo Tomé y las dificultades que se vio obligada a superar para ganarse la vida. No obstante, se mostró abierta al diálogo para solucionar los asuntos patrimoniales que todavía quedan pendientes. Y hasta rechazó participar en una comida que el Ayuntamiento organizó, argumentando: "Ya sabéis que a mí no me gusta comer fuera de casa, y además estoy a régimen". Él, por el contrario, mostró sus deseos de regresar para poder vivir en el lugar que le vio nacer. Es posible que acepte el ofrecimiento de su sobrina Dolores Fernández, que se mostró interesada por acogerlo en su casa. De momento, regresará a Santo Domingo.
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