Eddie Phillips vino a Madrid a pegarse con Martin
En pocos equipos, y ya es decir, la pareja de americanos tiene tanto peso como en el Cajacanarias. Y, en menos aún, condicionan la singularidad, el sello que el equipo ofrece al exterior. No es cuestión, por tanto, de aplicar el rasero a los canarios. Juegan como juegan, hacen lo que hacen, y buscan algunas respuestas a la forma de ser de su pareja. Ayer, fue Eddie Phillips quien condicionó el partido y, curiosamente, su colega Harper no le acompañó. Pero es que Phíllips vino a Madrid a pegarse con Fernando Martín, o algo así.Porque salió especialmente mentalizado a provocar un conflicto con Fernando Martín. Llegó con ganas de pelea, el español no se asustó por ello, y a punto estuvo de producirse una agresión en toda regla si un puñetazo de Phillips a Martín llega a su destino. Más tarde, en el segundo tiempo, buscó otra víctima, buscó a Romay, pero se encontró con una reacción furibunda por desconocida del pivot, que se revolvió para acabar con Phillips en un especial uno contra uno. Casualmente, Phillips lo debió ver tan mal que acabó ahí sus pendencias, también porque esa acción supuso su cuarta personal y ya no le quedaba más arsenal para ir buscando tertulia.
Esa violencia inesperada produjo un partido inicialmente bronco, algo descontrolado, que facilitó la labor de Harper y Phillips, sobre todo en aquellos mínutos en los que los colegiados parecieron limitarse a ser meros espectadores de lo que sucedía -el público se quedó asombrado al ver cómo Romay agarraba por el cuello a Marrero impúnemente para que no pudiera llegar a un bloqueo- Para mayor confusión, los dos pivots de rigor insistieron en jugar más bien cerca de la línea de 6,25, por lo que consiguieron, en ocasiones, darle la vuelta a lo que suele ser el ortodoxo sistema en que un equipo se dispone defensivamente. En el primer período, materializaron tres triples y fallaron otros tres.
El Madrid acusó tal brusquedad y tan singular disposición táctica y llegó a perder hasta el mando del marcador (25-30), pero se recompuso en cuanto Harper y Phillips sintieron bajo sus espaldas el peso de la tercera personal. En cuatro minutos, la seguridad de Antonio Martín en algunos lances y el acierto de Alexis en los tiros, permitieron un despegue que parecía definitivo en el descanso (56-42).
Lo que pasa es que el partido estaba tan confuso que los intentos madridistas por irse tardaron tiempo en fructificar, porque tan pronto se pasaban de los 20 tantos de diferencia a los 10, y viceversa. Tuvo que ser, cómo no, la salida de Harper y Phillips, la que terminara por asentar el desarrollo de las cosas hacia una escapada definitiva del Madrid.
Con Harper y Phillips -o Phillips y Harper, tanto da-, adecuadamente sentados en el baquillo, el Cajacanarias pasó a ser otra cosa, pasó a no ser nada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.