El Atlético remontó en la segundo parte
El espectáculo no falló aunque bajara en brillantez sobre lo previsto. Simplemente estuvo más repartido de lo que cabía suponer pues el Zaragoza, más modesto, superó al Atlético en bastantes pasajes. En el inicial y en la segunda parte de la primera mitad de forma muy clara Después del descanso un Atlético obrero, lejano del equipo de lujo que se esperaba, fue el que mandó.Los mejores momentos loca es estuvieron cuando los pases largos de los defensas o medios superaba la línea de zaguero; del Atlético y jugadores atrasados del Zaragoza salían a por esos balones. Rompían así la conocida teoría de Menotti sobre el achique de espacios que evidentemente los reduce en una zona pero los amplía en la siguientes. Sí se llega a ésta con el balón controlado desde posición reglamentaria se convierte en lugar de máximo peligro. El mejor ejemplo de esta forma de jugar se pudo ver en el gol de Señor, que salió en velocidad desde la espesura del centro del campo para situarse totalmente solo en al área de Abel.
El Atlético dejó ayer un tono conservador y sólo corrió cuando tenía el marcador en contra. Perdía minutos atrás intentando triangulaciones en su defensa y más adelante sólo la movilidad de Marina y Marcos ofrecía constancias de vocación ofensiva. Como el Zaragoza marcaba al hombre los cambios de posiciones de los madrileños significaban cierta facilidad de acción. Futre y López Ufarte, muy vigilados por Casuco y Tino, contribuyeron poco a enviar balones hacia adelante, donde las mejores oportunidades fueron para Julio Salinas, poco afortunado ayer. En el minuto 18 controló mal un balón que le regaló la defensa local y falló un gol que habría significado adelantarse en el marcador y cambiar el signo del partido. En el 57 Cedrún le sacó un cabezazo con la punta de los dedos y en el 71, ya en el colmo del infortunio, se hizo en propia puerta el segundo gol zaragocista.
Al Zaragoza le faltó ayer audacia y quedó la impresión de que el empate lo consideraba un resultado muy aceptable. No tener el marcador en contra en momento alguno le puso en la mejor disposición para obtener la igualada. Encarar un encuentro en esta circunstancia ante un contrario superior era facilitarle todo mucho. Le permitía prestar máxima atención a los marcajes o irse al ataque sólo cuando todo parecía muy favorable. Así, después del descanso, fue el Zaragoza el equipo de mayor tono conformista pero curiosamente sus mejores jugadas las hizo cuando jugaba al ataque.
El Atlético apuraba mucho en los frecuentes saques de esquina de que dispuso, nueve en la segunda parte, y luchó más que antes del descanso. Menotti sacó del equipo en esta parte a los hombres que más habíanbrillado antes, probablemente porque necesitaba un tono obrero para mantener el empate. Le falló claramente el toque de calidad que aparentemente es lo que debe sobrarle. Futre colaboró sólo ocasionalmente, Salinas tuvo su día negro y Lándaburu y López Ufarte no tuvieron continuidad. Se sostuvo el equipo por el tono de lucha de Marcos y Marina primero, y de Parra, Pedra y Tomás más tarde. Poco para lo que quiere ser un conjunto de lujo.
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