Adaptación maestra

La mezquindad del hombre cuando el amor llama a sus puertas. Ésa era, y será siempre por vigente, una de las lecciones de la obra de Arthur Schnitzler La ronda, divertido retrato del homo sapiens en su estado bruto que golpea fuerte la conciencia por que sus arterias son verdades como puños.

Probablemente, el entusiasta de la pieza que viera, no hará mucho, la versión cinematográfica que de ella realizara Roger Vadim, convirtiendo (con su astucia ejemplar, eso sí) todo sentido humano en cubierta de fotonovela, creerá, una vez más en la inviabilidad del trasvase Tajo-Segura, quiero decir del trasvase teatro-cine. Pues bien, hoy tendrá ese incrédulo la oportunidad de rectificar sus postulados ante la contemplación de la versión que de la misma obra llevara a cabo un gran cineasta hoy bastante olvidado. Max Ophüis, quien, dicho sea de paso, ya había adaptado a Schnitzler 18 años antes (La ronda es de 1950) en Liebelei.

Poético mosaico

Cineasta torrencialmente romántico, pero también extraordinariamente crítico del comportamiento de sus criaturas, Max Ophüls volvió al cine francés después de unos años dedicado al americano (donde películas como Carta a una desconocida y Almas desnudas quedan ya como incuestionables obras maestras) con este hermoso y poético mosaico de personajes de carne débil cuyo mérito mayor (y estilo característico del cineasta) reside en la elegancia singular de una cámara siempre en movimiento, aquí al son de Oscar Strauss mientras una época, unos cafés, unas noches bohemias y, en fin, unas tranches de vie, se plasman implacables en la pantalla.

Recordar que el reparto reúne a, entre otros, Simone Signoret, Simone Simon, Anton Walbrook, Serge Reggianni, Daniel Gélin, Danielle Darrieux, Jean-Louis Barrault y Gérard Philipe es sólo subrayar la alta calidad artística del producto, adaptación maestra a la que hay que prestar esta noche mucha atención. Incluso a pesar del doblaje, claro..

La ronda se emite esta noche a las 22.35 por TVE-2.