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El Joventut aprovechó la lesión de Russell

Luis Gómez

Falta le hacía acreditar al Joventut su fama en la herética cancha del Estudiantes, donde nada es normal ni tiene por qué guardar un orden lógico. Por un momento pareció que el equipo local pensaba ganarse un triunfo de farol. El Estudiantes sólo puede jugar de farol sin Russell, claro está. Pero no pasó nada anormal. Ganó el Joventut, que apabulló con seis triples en escasos minutos de la segunda parte. Y el Estudiantes, con Russell lesionado al minuto 13, perdió. Además, era martes.

Cuando se juega en martes, el partido parece tener otro ambiente, algo más frío, aunque sea con el Magariños a tope. El Joventut mostró muy pronto que algo le sucede en esta cancha, donde no se comporta de forma habitual. Debe ser el cálculo de las distancias, modificadas por un escenario de aspecto muy restringido, donde los insultos respetan una rima. Así, poco se vio de su eficaz movimiento de la pelota y de su velocidad. A pesar de ello, se mantuvo siempre por delante.

En el minuto 13, Russell, que salió a jugar mermado con un tirón muscular, se rompió al primer mate. Sustituido por Coll, el Estudiantes presentaba una inferioridad física perfecta; es decir, cada jugador local era claramente más bajo que su par visitante. No había duda. Sin embargo, el Estudiantes reaccionó hasta -igualar el partido (45-47), perdiendo oportunidades de ponerse por delante.

El Joventut había optado por el uno contra uno de sus dos pívots con acierto en la primera parte. Johnson empezó impecable, encestando casi todo lo que llegaba a sus manos con opción de jugarlo; y Schultz iba en su línea, con ese tiro de goma espuma nfalible. En la segunda parte, se apagó Johnon y al Joventut le bastó entonces con los triples de Villacampa (5) que no resistían una comparación con una serie, casi consecutiva, de un acierto y diez fallos de Pinone. Esta mera circunstancia significó que el Joventut alcanzara una ventaja de 20 tantos (69-89).

Como era martes y faltaba Russell el partido perdió todo ambiente y casi todo interés. Si acaso, un atisbo de rivalidad entre Villacampa y Montes, jugadores nacionales que gustan de entrar a canasta con todo, con los enseres, con la muda, con el dinero en la cartera y, como no, con el balón. Montes le pidió a Coll que le dejara marcar a Villacampa porque tenía ganas de encontrarse con él en una entrada. Pero nada sucedió. Era martes.

Así que todo quedó relegado a una presión final estudiantil, que redujo en 11 tantos la diferencia, más que nada para mantener el fuego sagrado de la difícil violabilidad del Magariños. El Joventut salió bien parado de este escenario, lo que quiere decir que ya es un líder propicio para seguir siéndolo. Le queda visitar el pabellón, pero allí, últimamente, conoce más de las victorias que de las derrotas,

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