Rugby español
Cuando abrí el otro día EL PAÍS (29 de diciembre de 1986) y me encontré que en la página central del suplemento Deportes se hablaba de rugby me llevé una grata sorpresa.Luego vi que todo el artículo nos prevenía sobre la inminente profesionalización del rugby mundial. Aunque habría mucho que hablar, no voy a entrar a defender a jugadores de otros países de las sospechas que se vierten sobre su amateurismo, pero donde no me puedo callar es cuando se pone "el ejemplo casero del rugby español". Se habla de cinco patrocinadores de clubes de rugby en los 10 equipos de la División de Honor, pero sin decir que los otros cinco no tienen ningún tipo de padrino.
Cuando se afirma que el Arquitectura recibe cinco millones, se podría pensar que es para los 15 jugadores, y no se menciona que, al igual que el resto de la división, mantiene a alevines, infantiles, cadetes, juveniles y segundo y tercer equipos.
Soy jugador de rugby del club, Valencia, y si le sirve de muestra le diré que, habiendo sido campeones de España, cada jugador se paga su equipaje y su ficha, y que los desplazamientos nos cuestan dinero de nuestro bolsillo. De todo lo cual estamos orgullosos porque al final tiene más ventajas que inconvenientes, pero comprenderá nuestra indignación ante sospechas infundadas.
Para finalizar, si me permite, un consejo: ya que es tan sano el no profesionalismo, den más información sobre este deporte -en otros países, de masas-, quizá a costa de la superprofesionalizada NBA.- Javier García.