Excelentes payasos con un mal guión
Los preámbulos industriales de Una noche en Casablanca son, quizá, mucho más divertidos que la propia película. Pasada la guerra mundial, los hermanos Marx decidieron regresar al cine con una producción propia que les reservara los beneficios de la taquilla. Pensaron entonces en una parodia de Casablanca, uno de los grandes éxitos de la Warner. Cuando estaban con los preparativos, recibieron una carta de los servicios jurídicos de la Warner amenazándoles con un pleito si cometían el sacrilegio de tomar el pelo a los héroes de su película. Groucho les respondió que no entendía su postura."Si ustedes quieren lanzar de nuevo su película, estoy convencido", les decía Groucho, "que el espectador medio será capaz, con el tiempo, de apreciar la diferencia que hay entre Ingrid Bergman y Harpo. Yo no sé si podré, pero me gustaría probarlo. Ustedes afirman poseer Casablanca y que nadie más puede utilizar este nombre sin su permiso ¿Pero qué ocurre con Warner Brothers? ¿Poseen estos derechos? Seguramente tengan el derecho de utilizar el nombre de Warner, ¿pero el de Hermanos? Nosotros hemos sido hermanos antes que ustedes". Groucho recordaba a la Warner que también existían los hermanos Karamazov y que seguramente tendrían algo que decir en este jurídico enredo de etiquetas.
Una noche en Casablanca se emite hoy, por TVE-1, a las 16
05 horas.Dos mulas y una mujer se emite hoy, por TVE-1, a las 22.40 horas.
Falsos guiones
Cuando la Warner pidió detalles sobre el guión, Groucho les envió sucesivamente dos sinopsis de despiste en las que aseguraba que él interpretaba el papel de la querida de Bogart y que Harpo se casaba con un detective del hotel.
Al margen de estos simpáticos prolegómenos, Una noche en Casablanca no fue la mejor película de los Marx (hermanos). Falló el guión, -lo que supuso una ventaja personal para Harpo, a quien su mudez le permitía comer aparte, quedar inmune al fracaso de los chistes- y falló Margaret Dumont, la gran pareja de Groucho, la dama que mejor sabía encajar las pesadas bromas de su amigo. Su ausencia fue irreparable.
La crítica no evitó entonar alguna oración fúnebre para los Hermanos Marx, que se habían lanzado al cine por penúltima vez. El recuerdo de aquellas primeras joyas de esta tropa era todavía demasiado bueno para que Una noche en Casablanca pudiera resistir el efecto de las comparaciones.
La sesión cinematográfica de hoy se completa con Dos mulas y una mujer, una curiosidad de Don Siegel sobre la revolución juarista, con guión de Albert Maltz, víctima del macartismo.
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