Abuelos en el Oeste
Gene Kelly se despidió del cine argumental con El club social de Cheyenne. No fue un buen adiós de un hombre que había dado al musical norteamericano algunas de las piezas más singulares del género. El filme es un ejemplo, otro más, del llamado western crepuscular, desvestido de épica nacional, con unos vaqueros que ya no pueden ser héroes, porque ha cambiado su entorno (de rural a urbano) y porque ya llevan demasiados años encima.La ternura facilona de un retrato casi geriátrico tampoco se aviene a los clásicos registros de un género en el que apenas sólo hablaban las pistolas.
El filme relata los problemas que les causa a unos vaqueros haber heredado un burdel de lujo. Su intención de convertir, la casa en una honesta fonda choca con las inquilinas del club. Esta tímida picardia argumental no salva al relato de una solución teatral, del aburrimiento, en definitiva. Un reparto de viejas glorias como Henry Fonda y James Stewart y una fatografla de William Clothier -colaborador de John Ford- no son atractivos suficientes sí el espectador no se abandona al innegable placer de la nostalgia.
Que los protagonistas no sean únicamente un par de abuelos sino, además, antiguos héroes del westem refuerza esta sensacion de decrepitud, de algo irrepetible. El encanto de ese pasado queda incluso roto por la irrespetuosa cautela de recurrir a una clave de comedia: da la sensación de que, ante la previsible sonrisa de los otros, los personajes de esta historia se adelantan y se ríen de sí mismos.
El club social de Cheyenne se emite hoy por TVE-1 a las 22.30.
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