Luis Astolfi
el jinete que mantiene una estrecha amistad con la infanta Elena, ha tenido que resignarse a los inconvenientes de la popularidad. Hace unos días viajó a Zaragoza para dirigir un curso de hípica. Se hospedó en un hotel discreto pero fue reconocido cuando por la mañana bajó a la cafetería para desayunar. Astolfi, vergonzoso y tímido, se marchó, sin beberse el café, a dar un paseo. Pocos minutos después de iniciar su andadura, entró en una churrería para tratar de suplir su fallido desayuno. Al preguntar el importe de una docena de churros, la propietaria de la tienda le dijo: "¿Pero cómo voy a cobrarle yo a usted, don Luis?".
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