El 'síndrome de Nagoya'
La ciudad japonesa era la gran favorita, frente a Seúl, para organizar los JJ OO de 1988
Peter Ueberroth, el hombre que demostró al mundo que los Juegos Olímpicos pueden ser un buen negocio, sugiere en su libro Made in America, que una de las claves para entender la Victoria de Seúl frente a la ciudad japonesa de Nagoya, en la lucha por la designación de la sede de 1988, fue la iniciativa de los promotores de la capital surcoreana de ofrecer a todos los miembros del COI dos billetes de ida y vuelta, en primera clase y para dos personas, para visitar la ciudad o bien para canjearlos por dinero en efectivo.La explicación ofrecida por el hombre clave de los Juegos de Los Ángeles, perfecto conocedor de las interioridades de la familia olímpica, no deja de ser una más de las razones que con posterioridad se han aportado para explicar por qué una ciudad que se presentó como favorita no consiguió revalidar sus aspiraciones el día de la votación. Los japoneses han estudiado con profundidad la trayectoria de los promotores de Nagoya y sus errores. La mayoría de los cuales se cometieron, a juicio de los investigadores, en los últimos días.
El gobernador de la Prefectura de Aichi anunció la candidatura de Nagoya el 24 de agosto de 1977, con cuatro años de antelación a la fecha de la decisión y contando con el beneplácito de todas las administraciones. El alcalde de Seúl, Youngsu Park, hizo públicas sus aspiraciones en 1979. Con anterioridad, una delegación surcoreana se había desplazado a Lausana para entrevistarse con la entonces todopoderosa directora del COI, Monique Berlioux e interesarse por el procedimiento a seguir. Cuentan fuentes vinculadas a la familia olímpica, que quienes tomaron contacto con los enviados de la capital de Corea del Sur tuvieron la impresión de que la ciudad tardaría aún muchos años en estar preparada para albergar unos Juegos.
Nagoya, con dos millones de habitantes, buscaba con su candidatura olímpica la promoción internacional que Tokio había obtenido con los Juegos de 1964 y Osaka con la exposición universal de 1970. El viento parecía soplar a favor de los japoneses. Hasta tuvo la pequeña ventaja de que el COI se reuniera allí, los primeros días de octubre de 1979, y pudiera conocer la ciudad con detalle. En la balanza de la candidatura oponente, cuando el 29 del mismo mes caía asesinado en Seúl el presidente Park, todo parecía perdido.
El boicoteo a Moscú
El 30 de noviembre de 1980, Nagoya, Melbourne y Atenas presentaron su dossier en Lausana. La documentación de Seúl llegó con retraso, y aúnque le fue aceptada tras alegar dificultades de envío, parecía una muestra más de su incapacidad organizadora. Pero por aquel entonces, Nagoya había tenido su primer traspiés: el gobierno japonés decidió sumarse al boicoteo convocado por el presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, contra los Juegos de Moscú como protesta por la invasión soviética de Afganistan.
Melbourne, considerada la gran rival de Nagoya, se retiró en febrero de 1981 y a los pocos días, Atenas hacía lo mismo. Cuando a finales de septiembre de aquel año se reunió el COI en Baden Baden, las delegaciones coreana y japonesa se encontraron cara a cara. Existía, al menos en los medios de información, un estado de opinión favorable a Nagoya. Los promotores de esta candidatura presentaron en la ciudad alemana un pabellón de clara inspiración oriental, modesto en los medios y con una dotación personal, de unos 50 representantes, en su mayoría políticos. Hasta aquel momento habían salvado en cierta forma la oposición de grupos ecologistas con una carta a los miembros del COI en la que afirmaban que la oposición era minoritaria y que ésta no influiría en la organización de los Juegos.
Oposición ecologista
Los ecologistas se trasladaron a Baden Baden y hasta el mismo día de la votación mantuvieron un tenderete en las proximidades del casino en el que se celebraban las reuniones. Palomas moribundas y prados calcinados ilustraban su protesta contra el proyecto. En opinión de Teruyuki Kume, un especialista japonés que ha estudiado la actución de los promotores de Nagoya en la recta final, fueron la pasividad y la arrogancia que dejaban traslucir las acción de los promotores de Nagoya frente a esta protesta, los factores determinantes de su derrota.
Por contra, frente al pabellón japonés, los sureoreanos instalaron una moderna exposición con unos 200 paneles con las instalaciones deportivas y culturales de la ciudad. Un grupo de jovencitas distribuía entre los visitantes folletos y regalos. A su lado, unos 30 jóvenes diplomáticos, deportistas y periodistas completaban el trabajo de presión. Cuando los japoneses se diero cuenta de su error y pidieron a la Japan Air Lines que les prestara un grupo de azafatas, resultó tarde.
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