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Francia registra la tasa de desempleo más alta de su historia, con 2.474.000 parados

Soledad Gallego-Díaz

Francia alcanzó el pasado mes de julio la cifra de desempleo más alta de su historia reciente: 2.474.000 parados, es decir, el 10,5% de la población activa y un 1,4% más que el mes anterior. En un solo año el desempleo ha crecido en un 2,5%.

Las estadísticas publicadas ayer no han sorprendido al Gobierno de Jacques Chirac. El ministro de Trabajo, Philippe Séguin, uno de los pocos miembros del Gabinete que cuenta con el respeto casi unánime de la oposición, lo anunció pocos días antes: "Si no actuamos y modificamos el concepto de empleo, nos encontraremos con una cifra irremediable de 2,5 millones de parados". Séguin propone un cambio de mentalidad y la creación de lo que denomina "empleos periféricos".El ministro ha recibido un apoyo importante, aunque no inesperado, de Edmond Maire, el secretario de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), que publicó un artículo en el diario Le Monde defendiendo tesis parecidas. "Si no se cambia la organización del trabajo, los horarios y los modos de vida, el pleno empleo será imposible". Séguin afirma incluso que el pleno empleo ha pasado a la historia y hay que tener el valor de decirlo. Los nuevos trabajos periféricos ayudarán simplemente a conseguir que la cifra de paro deje de crecer y se reduzca, pero no va a volver a los niveles de los años setenta.

Las declaraciones del ministro y del sindicalista moderado han provocado agrios comentarios del Partido Comunista y de la CGT, pero han sido acogidos con calma por la oposición socialista. El partido de Mitterrand puede vanagloriarse de que la derecha no logra resultados mejores que los suyos en la lucha contra el paro e, incluso, de que los cinco meses de gobierno de Chirac han empeorado la situación, pero no puede olvidar que su propia gestión fue, cuanto menos, poco brillante.

Las críticas socialistas han sido, pues, moderadas. La oposición defiende como objetivo irrenunciable el pleno empleo, pero admite que "no es para mañana". El secretario nacional del Partido Socialista, Jean-Paul Bachy, escribía ayer en Le Matin: "Tenemos que asumir el problema de la movilidad. Los jóvenes que entran hoy en el mercado del trabajo deben saber que tendrán que cambiar de oficio al menos una vez en su vida".

Obreros móviles

Olvidar los trabajos de por vida, cambiar de mentalidad, crear empleos que aunque sean precarios permitan a los parados integrarse parece ser la consigna lanzada por Séguin. El diario conservador Le Figaro lo expresaba ayer en un editorial con toda crudeza: "Un obrero de los astilleros de Dunkerque deberá admitir que no es degradante dejar de construir barcos; otro que trabaje en Toulouse tendrá que hacerse a la idea de reconvertirse e ir a buscar empleo en Nancy... "Esta movilidad", asegura Le Figaro, "engendra una raza de individuos con iniciativas... ¿Por qué lo que es bueno para Estados Unidos no será bueno para Francia?".

El ministro de Trabajo ha prepiarado un plan de creación de empleos periféricos que someterá al Gobierno en pleno a la vuelta de las vacaciones. Además de la oposición del partido y del sindicato comunista, Philippe Séguin tendrá que luchar con sus propios colegas del Gabinete, especialmente con el ministro de Economía, Edouard Balladur, preocupado por el coste del programa. "Algo hay que hacer", asegura Séguin, "porque aunque exista una cierta reactivación económica, las empresas no serán capaces de absorber la mano de obra que llega al mercado".

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