España rectificó errores, pero cayó ante la URSS
LUIS GÓMEZ, España ha perdido toda opción a una medalla, pero estuvo muy cerca de rectificar sobre la marcha. La URSS se valió de la fortuna, en forma de dos rebotes ofensivos en las dos últimas jugadas del partido, cuando todo hacía pensar que un triple podía decidir. La URSS también contó con el favor arbitral en un par de minutos decisivos. El partido estaba a punto de romperse por algunas de las dos partes, pero a España le tocó la eliminación masiva de Jiménez, Martín y Solozábal. Eran esos instantes en que los colegiados son conscientes de que cualquier toque de pito desequilibra un partido. No dejaron de ser descarados.
La URSS, aburrida quizá por haberse paseado durante tantos meses de victorias sin cuento, inmersa como está en un debate interno, metida en período transitorio, no apareció en la cancha como el rival implacable que se supone que es. La URSS está probando una transformación en su juego que, si cuaja, puede convertirla en un equipo espectacular, y no por su exactitud en los lanzamientos precisamente, sino por su capacidad para despertar un juego creativo. La URSS, en los primeros minutos, cosechó incluso menos triples que España.
Ante esta amenaza controlable, España no tenía otra solución que salir con espíritu de victoria, como así pareció en los primeros doce minutos, en los que los jugadores elaboraron todas sus acciones, aun a riesgo de provocar una cascada de pases fallados, bajo el signo de la velocidad. Un primer defecto, el marcaje a Volkov, que recayó primero en Sibilio y después en Villacampa, se solucionó aparentemente encargándose de él Jiménez, un jugador de similar envergadura. Volkov se mostraba ambivalente, pero empezaba a destacar por su feroz lucha en la zona de rebotes, donde el estilo de Sibilio nada podía hacer y menos casi la menor estatura de Villacampa.
La selección se amparó muy pronto en Epi, que comenzó a mostrarse conforme a su prestigio en los lanzamientos y en algunas incursiones. Martín se entregó casi de forma suicida y obtuvo su primer éxito resonante al obligar a Sabonis a tomar asiento por cometer su tercera falta personal. Empañó su labor con dos faltas personales en ataque que supusieron que alcanzara la cuarta en el primer tiempo. Martín había creado cierto desbarajuste en la base sobre la que tradicionalmente asientan su seguridad los soviéticos. Por todo ello, y tras dos robos de balón, España se puso por delante abriendo esperanzas (30-28). Mantener ese ritmo era dificil y una lógica tendencia a descansar en el juego estático permitió que los soviéticos se recuperaran. Pero, eso sí, sin que España los perdiera de vista.
En la reanudación, los soviéticos se vieron sorprendidos por una sucesión de cuatro triples, en los que tuvo parte sustancial Sibilio. Martín dedicó un taponazo a Volkov como remitiéndole a encontrarse en la NBA para dentro de un tiempo. El partido se igualó tanto que el cuarteto formado por Sabonis, Volkov, Eménez y Martín estaba a punto de desaparecer de la cancha. Corrían los minutos y los jugadores seguían empleándose conscientes de la importancia de cada decisión arbitral. Tanto Weiland como Mainini, sobre todo éste, decidieron en un sentido.
Pero España no dejó de buscar la victoria. Díaz Miguel tomó la decisión acertada de suplir a Arcega por Romay, a la vista de que en pista estaban dos equipos que actuaban con mucha velocidad. En las cercanías del final, la diferencia en el marcador era muy escasa, a la distancia de una sola canasta. Sibilio tuvo la oportunidad de acercar aún más las cosas, pero tuvo mala suerte. Y la URSS, en cambio, tuvo toda la fortuna del mundo al encontrarse con dos rebotes desesperados cuando su única intención era agotar segundos. El minuto final fue suyo y en él remató.
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