El coche
Como si del famoso concurso de Chicho Ibáñez Serrador se tratase, el yugoslavo CvJeticanin consiguió en el partido que enfrentaba a los balcánicos con la potente selección de Malaisia el anhelado coche al encestar la primera canasta desde su propio campo.Este hecho anecdótico nos induce a considerar una de las grandes protagonistas de un partido de baloncesto desde que se instauró hace dos años: la línea de tres puntos. La primera divergencia surge en su distancia. La NBA, que teóricamente nos lleva unos cuantos años de ventaja, no sólo en juego, sino en todo lo que le rodea, la tiene colocada a 7,25 metros. Su lejanía reduce los lanzamientos a momentos específicos. En cambio, la competición universitaria, muchos años después que los profesionales, la ha situado a 6,05. Una fuerte polémica en torno a esta medida ha surgido entre los entrenadores universitarios, bastante reacios a introducir innovaciones -hasta hace poco, en algunas Ligas, no había límite de tiempo de posesión de balón.-
Mirado desde el punto de vista del espectáculo, la distancia de 6,25 -establecida por la FIBA es ideal para que se prodiguen los lanzamientos, con el consiguiente aumento de la emoción y vistosidad. Cuando se introdujo, algunos pensaron que su influencia iba a ser limitada, pero la experiencia ha demostrado que es una de las decisiones tomadas últimamente más relevantes en el desarrollo del juego. No sólo su influjo directo en el marcador, sino los psicológicos que produce la han convertido en punto importante a la hora de elaborar sistemas, plantear tácticas de partido o valorar a un jugador.
Para los entrenadores, ha supuesto una variable más a conjugar. Todos los equipos han introducido en sus sistemas de juego variantes específicas para lograr situaciones de tiro desde detrás de la línea. En los finales de partido, la posibiliad de lograr tres puntos en una jugada posibilita vuelcos impensables hasta ahora.
En cuanto al jugador, la introducción de la línea ha añadido un estímulo más al juego. Un primer temor al lanzamiento ha dado paso a la proliferación -a veces exhaustiva- de tiros de tres puntos. Incluso hay jugadores que han limitado su campo de acción detrás de la famosa línea.
Pero donde realmente adquiere un efecto determinante es en el componente psicológico tanto de un jugador como de un equipo. Curiosamente, tiene mayor influencia mental -positiva o negativa- una canasta triple que un enceste de dos puntos acompañado con un tiro libre. Dos o tres canastas triples dan alas al equipo que las consigue y pesan como una losa en el que las recibe.
No cabe duda del éxito de su inclusión en el juego, pero habrá que plantearse futuras modificaciones a su distancia. Todavía no se dan coches, pero su valor -50% más que una canasta normal- ha producido una alteración quizá demasiado importante dentro del ya complejo baloncesto actual.
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