Fernando Quirarte
El central mexicano ya ha lanzado dos besos al cielo, a su padre
ENVIADO ESPECIALYa lo hizo frente a Bélgica, y el pasado miércoles lo repitió ante Irak. Mete un gol -aquel día, el primer tanto mexicano del Mundial; el miércoles, el de la clasificación- y sale corriendo, con los brazos abiertos, y frente a la tribuna lanza un beso al aire para compartir su alegría con el público y con su padre, pues está seguro que don Fausto Quirarte está celebrando su gol allá en el cielo. Él es Fernando Quirarte, juega de central y ha marcado dos de los cuatro goles mexicanos.
Ésta es la forma como Fernando Quirarte, defensa central y nuevo ídolo del México futbolístico, paga su deuda. Fernando le prometió a su padre que algún día jugaría un Mundial y que se lo dedicaría a él. Fernando estuvo en el premundial del anterior campeonato, cuando México fue eliminada por Honduras, y luego, cuando consiguió meterse con dificultades en la selección para esta Copa del Mundo, le avisan desde su casa diciéndole que don Fausto se está muriendo. Fernando dejó la concentración, pero lo único que pudo hacer es consolar a su madre. Su padre murió hace dos meses sin ver a su hijo entre las garras de la fama.Quirarte estuvo esperando su oportunidad un día tras otro una semana antes de iniciarse e Mundial, México se enfrentó en Los Ángeles (EE UU) a Inglaterra. Los ingleses arrollaron a los anfitriones del Mundial (3-0) Cuando ya todo estaba perdido Bora colocó a Quirarte de defensa central. No sólo detuvo la oleada de juego aéreo de los ingleses sino que le marcó un gol a Peter Shilton, absurdamente anulado. Tenía bastante.
Las protestas de la madre
Bora sabía que el juego de los belgas, primer rival de México, sería muy similar al inglés y colocó a Fernando en el centro de la defensa. Y de nuevo no sólo defendió a los suyos sino que los puso en el camino del triunfo con un espléndido cabezazo. "Cuando vi que el que había conseguido ese gol era mi hijo, quise morirme", cuenta su madre, Luz Gutiérrez. "Siempre le ha gustado subir a rematar, y por eso le regaño muy a menudo, diciéndole: 'Hijo, no subas tanto, no dejes allá solo a tu portero, porque luego vienen las descolgadas y te anotan un gol'. Pero a él le apasiona subir a rematar de cabeza, e insiste".
Católico, aunque no hasta límites extremos, Quirarte, de 29 años, ha visto marcados los últimos años de su vida por grandes tragedias de las que ha debido reponerse con enorme esfuerzo personal. Hace cinco años, uno de sus hermanos murió de un infarto mientras jugaba un partido. Poco después, cuando viajaba en el autocar del equipo para jugar en Puebla, sufrió un espectacular accidente. Su compañero Pepe Martínez, gran amigo suyo, que viajaba junto a él, murió en el acto al abrirse la cabeza contra una de las ventanillas del autocar.
El pasado miércoles, minutos después de obtener el pase a la segunda ronda tras vencer a Irak (1-0), Miguel de la Madrid, presidente mexicano, felicitó, a través de una conexión televisiva, a los seleccionados: "Quiero, junto a todo el pueblo mexicano, unirme al júbilo de vuestro triunfo y felicitaros efusivamente. Especialmente a ti, Fernando, porque has sido elemento clave en el comportamiento de nuestra selección en esta primera fase". Quirarte levantó la cabeza, abrió los ojos y sin duda, lanzó un nuevo mensaje a su padre. Mamá, mientras, esperaba en casa que Fernando volviera a llamar para pedirle la bendición. "Nunca sale a jugar", cuenta Luz Gutiérrez, "sin pedirme que le de la bendición; hasta de Europa me ha llamado para eso". "Antes", explica Araceli, "se la daba su papá; ahora lo hace su mamá. Yo simplemente le deseo suerte. Se la merece".
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