Colitis

La colitis se cierne sobre la vida política, social y cultural española como una amenaza desestabilizadora. La colitis puede arruinar el muro de esperanzas futbolísticas y desnudar el horizonte electoral tapado por los mundiales de México. En pelota, con perdón, se va a quedar la política española como la selección de fútbol no se clasifique para la segunda fase y los ojos iracundos y frustrados de la ciudadanía se vuelvan hacia el único espectáculo que les quede.Ya me veo yo entonces al Guerra sacando vieja metralla verbal al desván de la memoria y a Frascuelo o Machaquitol, como usted es prefieran, comprando viejas chaquetas de pana por los mercadillos de ocasión. Y a Don Manuel inundando España de oraciones sin terminar y pucherazos de garbanzos, mientras Roca va a tener que prometer el servicio militar en quince días y Suárez que el Mediterráneo volverá a ser un mar de niñas y niños desnuditos con su cubito de plástico y pala de madera. La PIU llegará al kikirikí y Don Santiago nos presentará a Carrillo, su político predilecto.

Los hay que prefieren ver goles de Butragueño, de esos que dejan al defensa con el culo en el suelo y la mirada perdida en lo que pudo haber sido y no fue, o esos goles de Calderé que parecen fusilamientos a treinta metros realizados con piernas bailarinas. Pero también los hay puristas históricos que lamentan la intromisión del fútbol como un ruido molesto en la catedral solemne de la misa democrática. De momento, política a las seis de la tarde y partido de fútbol a las ocho, así programan los altos estados mayores de nuestra política un mes de junio que inevitablemente pasará a la historia. Pero como la colitis; vacíe a nuestros tercios de sus mejores y peores aguas, deberá rehacerse el programa del espectáculo y los que eran teloneros pasarán a la condición de la más guapa del baile. No os confiéis, Preparad la verborrea y el verbigracia, las camisas viejas y el mocasín amarillo, el curriculo y la créme hidrobiologique para políticos con cara reseca o simplemente irritada por la urgencia del afeitado.