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Alvaro Pino, nuevo líder de la Vuelta a España

Álvaro Pino es el nuevo líder de la Vuelta Ciclista a España. Este gallego de 28 años, gregario de lujo del Zor-BH, se está dejando la vida en cada etapa. Si ha superado a las figuras es porque no conoce la dosificación. Aguantará hasta que su cuerpo le diga basta. Ayer hizo el sexto mejor tiempo en la contra reloj individual de Valladolid (29,6 kilómetros) y sacó 41 segundos al escocés Robert Millar, por lo que se sitúa a la cabeza de la clasificación general con 33 segundos de ventaja. Ganó el francés Mottet y los favoritos realizaron los registros esperados. Delgado sigue sin dominar las contra reloj llanas.

Javier Mínguez, el director del Zor-BH, había mentalizado a Pino para que ayer se vistiera de amarillo. Ambos forman un tándem explosivo, que no conoce el mañana. El compromiso es correr a muerte. Había 30 kilómetros por delante, en solitario, en los que el coraje podía suplir otras carencias. Se trataba de meter la cabeza en el manillar y sufrir, sufrir hasta reventar. Millar podía ser mejor, pero él correría pensando en ganar la Vuelta, es decir, que su pensamiento frenaría el impulso porque en la meta, fuera cual fuese el resultado, las distancias no serían definitivas cuando todavía queda otro tanto de Vuelta.

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Primera etapa de los puertos.

Pino no pensaba en el mañana y mucho menos en que aún le esperan 1.800 kilómetros hasta llegar a Jerez con una etapa durísima, la de la ascensión a Sierra Nevada. Había que ganar en Valladolid y punto. Metió la cabeza y desde el primer metro pedaleó con toda la energía de que era capaz. Su celo fue tal que a los 10 kilómetros marcaba el segundo mejor tiempo de los corredores, 13.21 minutos, un segundo más que Pello Ruiz Cabestany. Cuando pasó por ese mismo punto, Millar lo hizo con 24 segundos de retraso.

Mínguez enloquecía por momentos. Antena 3 había situado una emisora en el coche del Zor-BH que seguía a Pino y éste podía así ir conociendo las referencias de paso. En el primer tercio de carrera no sólo había neutralizado a Millar, sino que le sacaba 16 segundos más.

Esto era lo único que le faltaba a Pino para, si hubiera sido necesario, continuar pedaleando hasta que la vista se le hubiese nublado. Él, un corredor menudo, sin físico para las etapas llanas, un don Nadie hasta ayer, ya era líder. Nada era capaz de frenarle. Pino iba tres minutos por delante de Millar y le hacían saber que, por donde había pasado, éste lo hacía siempre unos segundos más tarde. Primero fueron 24 en el kilómetro 10, luego 32 en el 15, 34 en el 21 y 39 en el 25. Pino traspasó la barrera del sufrimiento. Dejó de escuchar al público, a Mínguez, a Luengo, al mécanico, que le animaban.

Para cualquier corredor, un prólogo contra reloj, normalmente de cinco kilómetros, ya significa un calvario. Hay que sufrir durante siete minutos desde el primer segundo hasta el último. Pino lo hizo ayer durante 37 minutos porque jamás dosificó sus fuerzas. Mientras los demás, expertos contrarrelojistas, tenían tiempo para juzgar su ritmo de marcha porque en casi 30 kilómetros da tiempo para ello, Pino no. Salió a todo o nada. Como los toreros: "No saldré por mi propio pie de la plaza". A hombros o en una ambulancia.

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