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Crítica:EL CINE EN LA PEQUEÑA PANTALLA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El verdugo como víctima

El verdugo, el filme probablemente más famoso de Luis García Berlanga y considerado por muchos estudiosos de su obra como su película más dura y perfecta, fue realizado en 1963.Ese mismo año participó en el Festival de Venecia, donde le fue concedido el premio de la Crítica Internacional.Su recepción allí fue contradictoria: a unos entusiasmó y a otros irritó, dándose el caso, sin duda pintoresco, de que renombrados pontífices de la crítica de la izquierda (el patinazo más espectacular estuvo a cargo del francés Robert Benayoun) consideraron a la película como criptofranquista y, más pintoresco aún, como veladamente apologética de la pena de muerte.

Este tremendo disparate no fue, sin embargo, casual. Obedecía a una lógica sectaria, o cuando menos a cierta inercia ideológica de la izquierda comunista de aquellos años, que había colgado sobre la figura y la obra de Berlanga el sambenito de frívola y de ajena a los compromisos políticos. Eran éstos los -todavía capaces de encender hogueras excomulgatorias- rescoldos del estalinismo, cuyos mantenedores nunca digirieron bien la escurridiza independencia de este cineasta y se sentían perplejos, impotentes e. irritados ante su aparentemente difusa, pero discernible de cualquiera otra a cien leguas, identidad.

El verdugo dinamitó al franquismo en la parte más vulnerable de sus raíces, y sigue siendo uno de los documentos de ficción más enérgicos que se hayan urdido nunca contra la pena de muerte. Llegó a Venecia en una copia mutilada, por la censura española, que amputó gravemente la escena final, la de la ejecución por garrote, que está vertebrada sobre una imagen alrededor de la que, a su vez, gravita enteramente el filme. Más tarde, al ser estrenada en España, El verdugo volvió a pasar por un nuevo peinado censorial, en el que se quedaron otras imágenes y que recortó otro poco más la desoladora escena última.

Historia de una imagen

Esa imagen vertebral de El verdugo tiene su propia historia. Contó Berlanga, hace más de 15 años, en la revista Nuestro Cine: "El verdugo nació de una única imagen que me perseguía durante años y años: en una nave carceleria blanca e inmensa avanzan dos grupitos, uno que arrastra a la víctima y otro al verdugo. Nació de la ejecución de una criada" -este suceso sirvió de base al primer episodio de Crímenes..., de TVE, dirigido por Pedro Olea- "a la que dieron garrote en Valencia hacia 1947. El abogado fue el que me lo contó y en aquel momento le dije 'aquí hay una película', pero no tenía más que esa imagen. Al verdugo le dio un ataque de nervios, estuvieron toda la noche poniéndole inyecciones, intentando convencerlo, y al final tuvo que ir la Guardia Civil y obligarle a ejercer, mientras la víctima, contrariamente a lo que yo sacaba en la película, estaba con una tranquilidad pasmosa, dando consejos a su hija y sentada ya en la silla. Luego, cuando Azcona y yo escribimos el guión, todo consistió en ir añadiendo cosas a esa imagen".Poco hay que decir tras esta descripción interior de su obra por el propio autor. Sólo insistir en el carácter gravitacional de esa famosa imagen; en la sorprendente combinación de ferocidad y de gracia del resto de las imágenes que la arropan; en la imborrable huella que José Isbert, Emma Penella, Nino Manfredi y los restantes actores dejaron impresa en el blanco y negro; en la perfección del guión de Rafael Azcona, que gradúa magistralmente, en un encadenado perfecto, los diversos episodios hasta llegar al buscado; en el genio radical de un filme cuya energía moral superó las contingencias en que nació y conserva hoy, un cuarto de siglo después, su humor, su horror y su subversión apuntando hacia fuera, hacia todo cuanto la conducta humana tiene al mismo tiempo de divertido y de miserable.

El verdugo se emite hoy a las 22.00 por TVE-1.

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