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OCTAVOS DE FINAL DE LA COPA DEL REY DE FÚTBOL

El Atlético de Madrid eliminó al Rácing en la prórroga con un gol del santanderino Setién

El Atlético, el Rácing y el frío mortificaron al público a lo largo de los 120 minutos necesarios para resolver cuál pasaría a la siguiente eliminatoria. El Rácing jugó muy echado atrás, robando tiempo y lanzando pelotazos largos, imposibles de jugar por sus dos hombres en punta. El Atlético estuvo francamente mal, pero, a fuerza de insistir en sus ofensivas, consiguió los dos goles que le clasifican.Llegaba el Rácing con un cortito 1-0 del partido de ida y decidido a hacerlo valer. Amontonó gente atrás y dejó al danés Donnerup en la media, como única salida válida hacia el irlandés Campbell y Víctor, que daban la cara arriba con muy pocas posibilidades. En los primeros minutos, Donnerup hizo algunas jugadas buenas, gracias a la falta de control sobre él. Con muy poquita cosa el Rácing conseguía armar algunos contraataques peligrosos. Pero, cuando el rubio centrocampista se fue agotando, y eso ocurrió pronto, aquello se acabó. Rubén Bilbao, por la izquierda, se ofrecería en el resto del encuentro como salida para su equipo, pero sin gran provecho, a pesar de sus buenas maneras, que han hecho que Luis haya hablado de la necesidad de contratarle. Él y el lateral izquierdo, Gelucho, son dos jugadores a los que tiene echada la vista Luis para fortalecer la banda izquierda del Atlético, muy debilitada por la carencia de algún lateral de calidad y por la lesión de Quique.

El Atlético presentaba algunas novedades. Mejías, en la puerta; Julio Prieto, otra vez de lateral, para hacer un equipo más ofensivo; Sergio, en el centro de la defensa, y Pedraza, aquel extremo de tan buenos comienzos, en el equipo titular. De las novedades la única que resultó fue la de Mejías. Luis le ha dado este partido para mantenerle en actividad, como suele hacer en la Copa todos los años, y el meta relegado a la suplencia por Fillol estuvo bien las pocas veces que tuvo que intervenir, tanto que estimuló los comentarios negativos contra Fillol y volverá a acarrearle críticas a Luis cuando decida mantener como titular en la Liga al argentino.

Pero todo eso y lo de todos los días se quedó en muy poco. El equipo de Luis tenía a Setién y a Da Silva muy marcados, al reaparecido Pedraza muy aturullado y, además, sufría en general una falta de acierto que ponía el gol mucho más caro que lo que, de por sí, lo ponía ya el cerrojazo del Rácing. Con todo eso, y el frío además, es fácil comprender que el partido resultara un suplicio. Mucho balón a la olla, algún rebote y casi ninguna jugada buena. Como en los viejos tiempos, el frío y las gradas vacías dieron lugar a que se formaran corrillos con un periódico en llamas en el centro para calentarse un poco. Se agotó el café de los termos en los chiringuitos del estadio y corrió el coñá por todo lo alto.

Y como el espectáculo era malo, media hora más de lo mismo. Con su cerrojo, su continuo robar tiempo y sus pelotazos al vacío, todo lo que consiguió el Rácing fue perder sólo por 1-0. Por un resquicio en su defensa colaron el balón, en el minuto 55, Landáburu y Setién hasta Da Silva, que marcó con rabia. El gol llegó cuando ya muchos empezaban a murmurar que Luis sólo espera irse al Madrid y empezaban a cerrarse los nubarrones de una bronca que el providencial zarpazo de Da Silva despejó.

En la prórroga, el Rácing siguió en lo suyo hasta que, ya cerca del descanso, el Atlético marcó su segundo gol, en un templado centro de Landáburu. Llegó, como el gol de Da Silva, cuando de nuevo empezaban a impacientarse los aficionados y renacían los comentarios contra el entrenador, a quien pocos perdonan que haya entrado en tratos con el Madrid.

En la segunda mitad de la prórroga se fue arriba el Rácing. Maguregui sacó a un joven extremo llamado Álvaro, que fue una grata sorpresa. Se fue por su banda varias veces y tiró con peligro. El fútbol recuperó algo esa tensión propia de los partidos de la Copa, donde no cabe el acuerdo tácito de un puntito para cada uno o la resignación de la derrota mínima. En la Copa se trata de matar o morir y ese tiempo se salvó algo por ello. El Rácing consiguió de su apretón final un tirazo al larguero y alguna buena parada de Mejías, pero nada más. Luis puede respirar de nuevo y la tesorería esperar alguna buena taquilla en la próxima eliminatoria.

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