El Chernomorets confirmó ser un magnífico desconocido
JUAN-JOSÉ FERNÁNDEZ El Chernomofets (Mar Negro) fue casi un pozo de ese color para el Madrid. El equipo de Molowny no jugó mal y difícilmente habrá creado más ocasiones de gol en partidos de esta temporada, pero ayer tuvo enfrente un rival de demasiada entidad como para encauzar con facilidad la eliminatoria. Con sus desaciertos ante el gol, incluidos disparos que sólo permitieron el lucimiento del portero soviético, pudo dar gracias de ganar por la mínima y en el único fallo colectivo de un contrario que se aprovechó también de la lentitud y el desorden del medio campo blanco.
El Madrid sólo volvió a resolver ayer una buena parte de su economía. Recaudó 47 millones -de los más de 60 del cargo en taquilla-, pero aseguró, sobre todo, su difícil patrocinador publicitario. La marca de leche pasterizada internacional Parmalat, que ya se ha atrevido a entrar en la Fórmula 1 -con Brabham y Piquet, entonces campeón mundial-, lo va a hacer en el equipo blanco sin importarle lo que pueda dejar de vender en Barcelona. Los conjuntos de fútbol y baloncesto lucirán, por dos temporadas, una marca que pagará 230 millones de pesetas. Una de las fuentes de dinero para recuperar las inversiones de la era Mendoza.
El problema es que la otra, la principal, aleatoria según sea de larga la andadura europea, corre peligro. Anoche todo pareció empezar maravillosamente. Con un gol antes de los dos minutos, no se podía pedir más. Pero una cosa es que el Chernornorets fuese un desconocido en su juego y otra que se olvidase su anterior gesta de eliminar al Werder Bremen, líder de la Bundesliga. La idea de los equipos soviéticos rígidos y pesados la terminó hace tiempo el Dinamo de Kiev y el cuadro de Odesa es de la zona. Nada más recibir el gol, su primer despliegue, flexible y ordenado, fue ya una sorpresa. Después pecó de ingenuidad y mordiente, pero presentó un buen entramado sin figuras, como lo probó el suplente Bagapov con su gol.
El Madrid acusó el golpe y no supo responder con contundencia. Con tanta ocasión fallada, dio la sensación de que se le acababa el repertorio: los centros de Gordillo o las paredes Hugo-Butragueño. Michel, tras un buen comienzo, se perdió tanto como Gallego. Camacho, sin alguien al que marcar, sólo pareció jugar para decir a Gordillo que centrase, pues detrás se bastaban Sanchis y Chendo, éste para desarreglar los tobillos asu alcance. Butragueño se recreó inútilmente en sus placeres del regate y el Madrid sólo marcó con un Valdano trabajador, pues incluso se empeñó en penetrar por el centro después de que entrase Santillana. Este desperdició el único centro a su cabeza. No pudo ser. La solución estará junto al Mar Negro y con riesgo, pues, aunque al Madrid le baste el empate, un 1-0 le cerraría la cuenta corriente de ingresos europeos.
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