Victoria del Athlétic en el último minuto
PATXO UNZUETA ENVIADO ESPECIAL El Athlétic de Bilbao exhibió ayer un aire distinto al del domingo pasado en Madrid. Sin.llegar a cuadrar un buen partido, controló el juego, mantuvo a sus hombres bien distribuidos y evitó que el dificultar las acciones del contrario le impidiera salir al contraataque. Su gol fue el premio a ese afán de victoria al que en esta ocasion no renunció.
Con todo, el partido fue bastante flojo y sólo en los cinco últimos minutos tuvo ocasión de levantarse de sus asientos el más bien frío público local. Una estadística realizada hace ocho o 10 años en Gran Bretaña demostró que el númeró de goles marcados va en aumento a medida que transcurren los minutos; es decir suele haber más ocasiones en los postreros. Sarabia, a los 86, desperdició una magnífica, fabricada por él mismo, y por tres veces hubo de intervenir a renglón seguido Zubizarreta, muy seguro.
El equipo belga apoya su juego en la calidad individual del ex internacional yugoslavo Slijvo, que ha regresado al Lieja, su primer club en el extranjero, tras dejar tarjeta de su calidad en el Niza y el Colonia. Ayer, sin embargo, la presión rojiblanca en la zona templada le impidió triangular su juego como acostumbra, por lo que se vio obligado a bombear balones hacia las cabezas de sus expresos, Ernest y Geurts.
El duelo entre éstos, dos camiones con una tara de 100 kilos cada uno, y los dos centrales bilbaínos, Goikoetxea y Liceranzu, fue, aparte del golazo de De Andrés, lo más espectacular.
La victoria bilbaína se asentó en el sentido de la colocación de Goikoetxea, impecable y auténtico director de orquesta de todas las maniobras rojiblancas. Liceranzu. y Urkiaga, así como De Andrés, se mostraron también a buen nivel, en contraste con De la Fuente, bastante descentrado, si bien protagonizó, en el minuto 61, una internada que no prosperó por un desafortunado cruce de su compañero Noriega.
Sarabia, sin posibilidad de enhebrar jugada, dadas las funciones encomendadas a sus dos compañeros de vanguardia, no brilló como otras veces, pero parece condenado a estar presente en las jugadas decisivas. Le fue anulado un tanto por dudoso fuera de Juego, falló otro en una ocasión clarísima y dio a De Andrés el balón del gol definitivo.
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