La primera entidad financiera del país se enfrenta al saneamiento de su filial, el Banco de Valencia

El consejo de administración del Banco Central, o la comisión ejecutiva del mismo que tiene poderes delegados, estudiará en los próximos días la marcha de las conversaciones que se mantienen con el Banco de España -cuyo comité ejecutivo mantuvo ayer una reunión- para cerrar el plan de ayudas que el Banco de Valencia recibirá del Central, entidad propietaria del 20% de las acciones del banco filial.

Las ayudas, que serán concretadas entre ambas partes en breve, van dirigidas a recomponer el patrimonio del Banco de Valencia y hacer frente a las pérdidas en que ha incurrido en los últimos ejercicios.

El Banco de Valencia, que tiene un capital de 2.510 millones de pesetas y unas reservas de 5.569 millones de pesetas, aprobó, en su junta general de accionistas celebrada en los últimos días del pasado mes de junio, una ampliación de capital por otros 2.510 millones como primer paso para el saneamiento de la entidad. El Banco Central, con consejeros comunes con el Valencia, se comprometió a cubrir la parte de la ampliación a la que no acudiera el resto de los accionistas.

Presión del Banco de España

Desde hace unos meses el Banco de España mantiene contactos prácticamente continuos con el Central para intentar que éste aporte las ayudas necesarias para el sanemiento de su filial. Los problemas del Valencia proceden, en su mayor parte, de una fuerte inmovilización de sus activos, concretamente unos 10.000 millones de pesetas en inmuebles y solares y 5.000 millones más en acciones de Autopistas del Mare Nostrum, empresa perteneciente al grupo del Central, que todavía no proporcionan rentabilidad a sus accionistas.

La idea primitiva del Central fue promover la ampliación de capital y negociar el traspaso de una parte del inmovilizado para descargar la concentración del Valencia. El Banco de España no consideró suficientes tales medidas y, después de la junta general, se han seguido celebrando reuniones en las que la discusión se ha centrado en si los accionistas del Valencia deben asumir una pérdida del capital invertido o si, por el contrario, los problemas no son tan graves como para proceder a una reducción del capital.

El Banco de España sería partidario de la primera alternativa, mientras que el Central considera que no es preciso, y que, en cualquier caso, proceder a reducir el capital y luego pedir a los accionistas que vuelvan a invertir resulta excesivo. La ampliación de capital aprobada, y que debe ponerse en marcha en los próximos días, supondrá que el Banco de Valencia tendrá unos recursos propios de 10.500 millones de pesetas.

En el balance correspondiente al primer semestre del año el Banco de Valencia reconoce unas pérdidas de 5.570 millones de pesetas, cifra igual a las reservas existentes.

La intención del Central sería, según todos los indicios, destinar las reservas a anular las pérdidas acumuladas, manteniendo el capital en 5.020 millones de pesetas -después de realizada la ampliación-, siempre y cuando las nuevas pérdidas afloradas no supusieran una cantidad superior al 30% de ese capital.

Si se supera ese porcentaje, se tiene que proceder, legalmente, a una reducción para que parte del capital se destine a eliminar pérdidas. La discusión está en la valoración de las pérdidas por cada una de las partes.