Arabia se enfrenta a un déficit presupuestario sin precedentes
Con una producción petrolera de tan sólo 2,2 millones de barriles diarios -su más bajo nivel desde hace 15 años- y un déficit presupuestario sin precedentes -de más de 20.000 millones de dólares-, la economía saudí se encuentra en plena recesión, mientras la rígida censura deja a veces traslucir informaciones sobre fenómenos insólitos en ese paraisó de la seguridad, como atracos bancarios y hasta un atentado, significativos, según la incipiente oposición, del malestar social.
La producción de petróleo de Arabia Saudí, principal exportador del mundo, disminuyó durante el pasado mes de agosto hasta los 2,2 millones de barriles diarios, el nivel de 1969, obligando al Gobierno de Riad a echar mano de sus reservas para paliar un enorme déficit presupuestario, según la publicación especializada Middle East Economic Survey (MEES), editada en Nicosia.Tras dos años sucesivos de déficit presupuestario, el Ministerio saudí de Economía y Hacienda había, no obstante, logrado presentar en marzo un presupuesto en equilibrio gracias a una reducción de los gastos de funcionamiento (-13%) y de las inversiones en proyectos de infraestructura (-43%), así como de un incremento de los ingresos petroleros (+16%) proporcionados por una producción prevista de 3,85 millones de barriles al día.
"Tenemos", dijo entonces el rey Fahd en un discurso de presentación del presupuesto y del plan quinquenal retransmitido por televisión, "que adaptarnos de forma construrtiva a las nuevas cirrunstancias", pero a la postre éstas han resultado- ser más adversas de lo que anticipaban las conjeturas economicas.
El desfase entre las previsiones y la realidad del mercado del petróleo provocará, según el MEES, un agujero presupuestado de entre 15.000 y 20.000 millones de dólares, pero un estudio del banco británico National Westminster Bank asegura que alcanzará la ultíma cantidad convirtiendo el déficit saudí en el más elevado del mundo después del de EE UU.
A diferencia de Washington, Riad no necesita, sin embargo, endeudarse para cubrir el déficit, pudiendo recurrir a sus reservas financieras evaluadas actualmente -las autoridades saudíes se niegan a revelar su monto exactoentre 80.000 y 100.000 millones de dólares después de haber rebasado la cifra récord de 150.000 millones en 1980-1981, cuando la extracción de crudo superaba los 9,8 millones de barriles diarios.Pero parece poco probable que la corona wahabita esté dispuesta a seguir permitiéndose el lujo de mantener el déficit per cápita más alto del mundo, que acabaría agotando en cuatro o cinco años sus reservas, y los. expertos suponen que el próximo presupuesto incluirá cortes drásticos de la ayuda a los demás hermanos árabes, así como un incremento de las tasas aduaneras para reducir las importaciones de bienes de consumo.
Las de automóviles experimentaron ya, por ejemplo, un bajón el año pasado del 30%, pero más aún que este indicador de la recesión, la espectacular marcha cada mes, desde mediados del año pasado, del 2% de la mano de obra inmigrada ilustra la crisis que atraviesa la economía de un país considerado hace tan sólo media década como Eldorado del mundo árabe
Disminuyen los sueldos
Empleados de una de las 500 sociedades con dificultades de tesorería, trabajadores de empresas contratadas para llevar a cabo proyectos ahora cancelados o de un sector terciario, especialmente el hotelero, que funciona a ritmo lento, abandonan el reino al ritmo mensual de 50.000 personas, al timpo que los sueldos e indemnizaciones de aquellos que se quedan tienden a disminuir.
Otra de las consecuencias del bajón de la actividad económica es la aparición de lacras sociales hasta ahora desconocidas en el paraíso de la seguridad que era Arabia Saudí, y aunque la Prensa no suele informar sobre sucesos, los rumores sobre atracos se propagan como un reguero de pólvora. Por haber asaltado un banco, dos extranjeros, un yemení y un somalí, fueron ejecutados en público en junio en Riad, según reconoció el Ministerio del Interior.
Un mes antes, la explosión en la capital de cargas de dinamita colocadas en cubos de la basura, reivindicada después en Beirut por la misteriosa organización Yihad. Islámica (Guerra Santa Islámica), había causado la muerte de una persona y herido a otras tres, las primeras víctimas del terrorismo desde el famolo asalto a la gran mezquita de La Meca, en diciembre de 1979.
A principios de agosto, el semanario cairota Octubre aseguraba que las fuerzas de seguridad habían desmantelado en el reino una red subversiva" y requisado grandes cantidades de armas que se proponía justamente utilizar para dar un golpe durante la peregrinación a la ciudad santa musulmana, que concluyó el lunes 26 del pasado mes de agosto.
Por este motivo, ya la vista de los consejos proferidos por el ayatollah Jomeini de Irán a sus súbditos para que evocasen durante el viaje los "problemas políticos planteados a los musulmanes", Riad intentó imponer un cupo de 100.000 fieles iraníes autorizados a rezar en los lugares santos del islam, pero las protestas de Teherán le incitaron finalmente a acoger a los 150.000 inscritos, que durante cuatro semanas han multiplicado las manifestaciones antimperialistas. Algunos fueron detenidos en La Meca, según la agencia de prensa iraní Irna.
El supuesto descubrimiento de la red terrorista no es más que un rumor divulgado por las autoridades saudíes para enmascarar, según el diario Al Nida, del partido comunista libanés, las detenciones masivas de estudiantes, clérigos e intelectuales que reivindicaban la "puesta en pie de instituciones democráticas y la terminación del dominio de la familia real". La fuente de esta información es, presumiblemente, el minúsculo y clandestino Partido Comunista Saudí, que, según el semanario marxista palestino Al Hordya, celebró su primer congreso en noviembre de 1984.
"Pensamos que Arabia Saudí debe producir toda su cuota", afirmaba el propio Yamani, anunciando así la rectificación de su política en una entrevista al diario Chark el Ausat, "porque la actual disminución de la producción ha tenido consecuencias ínaceptables". Preguntado sobre el plazo que tardaría en situarse a ese nivel de producción, contestó lacónicamente: "Próximamente, si Dios quiere".
Sin entrar a juzgar la amplitud del descontento social en un país de una casi total opacidad para los informadores, algunos observadores recalcan, sin embargo, que a pesar de la intención anunciada en diciembre por el rey Fahd de designar en marzo o abril una asamblea consultiva que al cabo de dos años sería parcialmente elegida por sufragio indirecto, ningún indicio permite, por ahora, vislumbrar su puesta en funcionamiento.
Malestar social
El viejo proyecto de tímida democratización, evocado ya en los años sesenta por el rey Faysal, habría sido nuevamente aplazado ahora porque la creación de ese consejo consultivo, en vez de servir de válvula de escape a las tensiones de la sociedad saudí, podría, acaso, poner de relieve el malestar de algunos sectores ante la política económica aplicada.
El diario económico norteamericano Wall Street Journal evocaba en julio "el ánimo hundido de los tecnócratas saudíes" ante la pérdida de influencia de su país achacable a la crisis. Otras fuentes mencionaban también la creciente oposición entre los 5.000 miembros de la familia real a la política petrolera seguida por el jeque Zaki Yamani, que no sólo acepta en la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) asumir el grueso de las reducciones de producción acordadas por sus miembros, para mantener el precio del barril, sino que sitúa el nivel de la extracción de crudos saudíes muy por debajo del tope autorizado por la organización.
Aunque todavía es una minoría la que cuestiona la afiliación saudí a la OPEP, a lo que parece, en cambio, decidido es a acabar con los sacrificios y aumentar paulatinamente la producción de los 2,2 millones de barriles diarios hasta los 4,35 millones aprobados por la organización. Circulan incluso insistentes rumores de que, como hacen otros países exportadores de oro negro, Arabia Saudí podría también empezar a consentir a sus clientes una serie de descuentos bajo cuerda.
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