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Crítica:VISTO / OÍDO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Melodías de Budapest 1985

Vicente Molina Foix

A la espera de ver la contribución española (un Madrid dirigido por Mario Camus), no se puede dejar por más tiempo la serie Capitales culturales de Europa, que desde hace varias semanas se ofrece los lunes por la noche en la primera cadena. Con altibajos,. se trata de uno de los productos más consistentes y originales que se puede ver en la pequeña pantalla y congratula saber que en la iniciatia -de origen italiano- TVE participa como coproductora.El acierto de base de la serie consiste simplemente en haber convocado a los más grandes directores cinematográficos de Europa para que realicen con toda libertad, incluida la literaria, el retrato de las capitales o ciudades más representativas de su país. El punto de partida es, como se ve, irreprochable, aunque no todos los llamados han estado a la altura de su obra antenor. Es el caso de Lizzani con su Venecia, y sobre todo el de Lisboa, del gran Manoel de Oliveira -emitido la semana pasada-, en el que el veterano iconoclasta del cine portugués naufragaba lastimosamente en un perfil literario muy académico y discursivo de esa fascinante capital. El suyo era un ejemplo de cómo un realizador deprodigiosos recursos puede estar incapacitado para el documental o el encargo. Algún director muy conocido ha caído en el propagandismo -como Zanussi, más papista que el Papa en su imagen de la Ciudad del Vaticano- y otros menos célebres han brillado haciendo exploraciones nada didácticas y hasta irrespetuosas de Leningrado (Ilia Averbach) o Bruselas (Benoit Lamy).

Figura del director

Con todo, el capítulo más magistral hasta ahora ha sido el que se vio anteayer, quizá la primera ocasión en que un público mayoritario español podía ver (fuera de catacumbas o ciclos vergonzantes) una obra del director húngaro Miklos Jancsó, uno de los más grandes, cineastas europeos del presente. Para hablar de Budapest, este itinerante, que, sin llegar nunca a la categoría de disidente, ha tenido problemas políticos en su país, rodando algunas de sus películas en Francia y en Italia, eligió la visión Personal; un diario sesgado de su ciudad, interpretada o, mejor, sincopada a través de la música. Porque así como un espacio vital puede ser recordado y amado en sus gentes, sus calles o sus libros, también las músicas en él creadas o inspiradas pueden constituir su historia, su envoltorio sentimental.Y eso reconstruyó. Jancsó, sin prescindir de los originales modos estéticos que definen su cine: una coreografía onírica, un ritmo musical, una interpretación a través del desnudo. Desde Kodaly y Bartok hasta Kosma o Liszt, sin olvidar a los compositores folclóricos y hasta algún minimalista de hoy, Jancsó orquestá la melodía y sonidos que rellenan los edificios yjardines de una ciudad donde -se subrayaba- oír, tocar, aprender música es un afán de muchos (y especialmente hermosas eran las escenas dedicadas al método de enseñanza musical ideado por Kodaly, que el profano recordará por la importante función que tenía en la película Encuentros en la tercera fase).

El documento terminaba con una nota en solfa, dicha por el propio autor: muchas de esas músicas últimamente unidas a Budapest fueron compuestas fuera de Hungría, en el exilio a veces. El poder de la música -¿del cine?- es que no se condensa con palabras ni se retiene en un marco concreto. Flota y se escapa, y está capacitada para hablar de toda la memoria sin necesidad de decir nada.

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