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Las madres y viudas del 'Islamar III" buscan a los culpables del naufragio

El pasado sábado se cumplió un año de la tragedia del Islamar III, el barco que naufragó en los aledaños de la zona conocida como Las Matillas, en el caladero sahariano-marroquí, y llenó de luto a la población de su puerto base, Isla Cristina, que perdió a 20 de sus marineros y que en este aniversario ha inaugurado un pequeño monolito en recuerdo de las víctimas de esta tragedia. Superada la primera angustia y las dificultades económicas a las que se enfrentaron los familiares de las víctimas, éstos se han empeñado ahora en la tarea de encontrar a los culpables.

Sólo los cadáveres de cuatro de los náufragos pudieron recuperarse después de este accidente del que lograron sobrevivir José -Lozano Martín y Pedro López Beltrán, segundo patrón y proel respectivamente.Los dos supervivientes pasan su tiempo entre Isla Cristina y Madrid, adonde acuden periódicamente a recuperarse de las secuelas físicas y psíquicas que les supuso la experiencia inolvidable de ver desaparecer a sus compañeros, mientas ellos permanecían asidos a restos del barco, soportando los embates del temporal y esperando el rescate.

La situación económica de penuria que han vivido algunas de las familias de los desaparecidos en estos últimos meses fue superada después de que la empresa les solventase el cobro de las pensiones a través de la mutua con la que tenía concertado el seguro. Tras la resolución de este problema ahora están viviendo la fase de rebeldía, en la que están dispuestas a "empeñar la vida, en encontrar a los culpables de aquello, porque lo que hubo fue un abandono total", dicen las viudas.

La responsabilidad del 'Elibel'

Ya han encomendado a un abogado canario el curso de las, denuncias y las investigaciones sobre las causas que provocaron el accidente, para determinar responsabilidades. Saben que son muchos los organismos y las personas que podrían estar implicadas en un caso como éste, pero en su discurrir doméstico culpan a los propios compañeros del Elibel, barco de la empresa Unión Salazonera Isleña, SA, (USISA), a la que pertenecía el Islamar III y que conoció la tragedia a las pocas horas de producirse, de no haber acudido con presteza a socorrerles.Por los dos supervivientes saben las viudas y madres de desaparecidos del Islamar que sus hombres murieron aleccionados por el patrón de la embarcación, Juan Alonso Acosta, en que mantuvieran las fuerzas sin gritar, ni correr, ni llorar, "que Victoriano viene detrás y nos recoge. Y se murieron con el nombre de Victoriano en la boca", dice una de las viudas, refiriéndose al patrón del Elibel y conteniendo la rabia que le produce el recuerdo de aquella fatídica fecha del 10 de agosto de 1984. Tampoco salen bien parados en sus acusaciones los empresarios de USISA, que, según las viudas, "estuvieron ocultándonos la verdad, que ellos sabían prácticamente desde el principio. Decían que quizá les habría apresado el, Polisario, incluso uno de los empresarios nos dijo en casa del patrón, que no podía, ser un hundimiento, porque llevaba radiobaliza, y luego nos venimos a enterar de que no llevaba radiobaliza y de que no estaban en aguas donde podría apresarles el Polisario, y ellos lo sabían", declara Pepita Ponce, una de las familiares afectadas. E insiste esta viuda, ayudada en el discurso por las apostillas de las otras, en que, "si nosotras lo llegamos a saber antes..., si hubiésemos tenido información cierta desde el principio de lo que estaba pasado, hoy estarían vivos muchos de los que murieron, porque nosotros tenemos un papel firmado por el gerente de la empresa en el que asegura que el patrón del Elibel no obedeció las órdenes de búsqueda del Islamar que él le dio".

Al otro lado del pueblo, en una casa de marineros, vive la madre de Pedro López Beltrán, uno de los supervivientes, que perdió en el naufragio a dos de sus hermanos. En la casa, el luto de su madre y su hermana anuncian desde la puerta la no superación de una tragedia.

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Pedro, mientras tanto, intenta olvidar el accidente, con la esperanza de no volver a la mar., porque, cuando va a la playa, "no me puedo mojar más arriba de las rodillas, porque me impresiono mucho, sólo puedo jugar con mi hijo en la orilla".

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