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José Caballos

El secretario general del PSOE de Sevilla le planta cara a Alfonso Guerra

Un ex maestro del Palmar de Troya, político oscuro y aparentemente sin ambición de cargos públicos, le ha plantado cara a Alfonso Guerra. A sus 31 años, José Caballos se encuentra ante el difícil trance de que el vicepresidente del Gobierno y vicesecretario de su partido quiera desmontarlo de su puesto, el de secretario general del PSOE en Sevilla. Sobre él pesan acusaciones de sectarismo y abandono del debate interno, pero a su favor tiene el hecho de que fue reelegido en el último congreso provincial, hace tres meses, con el 96% de los votos. Para muchos todo se reduce a un tenso pulso entre Guerra y José Rodríguez de la Borbolla, secretario regional del partido en Andalucía, que le ha cogido a él en medio.

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Sevillano, del barrio de Santa Cruz nada menos, y procedente de una familia de clase modesta, compartió en su primera juventud dos obsesiones: el cine y la política. Con ambas se encontraba en el cine club Vida, uno de los puntos de encuentro del rojerío sevillano a principios de los setenta. Precisamente recuerda la proyección de El acorazado Potemkin como uno de los acontecimientos más señalados de aquella época. Por ahí se encontraba con frecuencia con Alfonso Guerra y todo aquel grupo.Estudió magisterio, se metió en la lucha política universitaria y llegó a ser coordinador de Magisterio en los comités de curso. En 1974 ingresó en CCOO, "pero vi muy claro el brazo del PCE, especialmente cuando la Junta Democrática. Entonces vi unas operaciones arriba que no me gustaron. De los comunistas nunca me ha gustado su estilo ni su dogmatismo". Y recurre otra vez al cine: "Esa forma de funcionar la describe muy bien La confesión, de Costa Gavras".

Así que, maestro en ejercicio ya, pasó a UGT, y poco después al PSOE. Sonó por primera vez con fuerza en los ambientes políticos sevillanos cuando se opuso a los pactos de la Moncloa: "En ese momento estuve en contra y lo dije. No me empacha confesar que me. equivoqué. Con el tiempo he tenido que admitir que en aquel momento había que hacer ese esfuerzo".

Luego ha ido filtrándose hacia arriba en el organigrama del partido en la provincia, al tiempo que formaba una familia con mujer y dos hijos: secretario de organización, secretario de política municipal, vicesecretario y finalmente secretario provincial puesto al que llegó en junio de 1983, para el que fue reelegido hace tres meses y del que Alfonso Guerra exige que se vaya. Hace dos años dejó su aula de EGB en el Palmar de Troya y se entregó exclusivamente a la política. Se ha ganado la confianza de Rodríguez de la Borbolla y son muchos los que opinan que éste se apoya en él para controlar la vida interna del PSOE sevillano.

¿Por qué quiere Alfonso Guerra que se vaya? Él no quiere aventurar respuestas. Sus enemigos le acusan de sectarista, de ahogar el debate interno, de imponerse por el temor; también se le acusa de ver con recelo a los más antiguos en el partido, a la generación de Suresnes, que ahora vive la mayor parte de la semana o durante toda ella en Madrid, y a la que él ha apartado de los puestos de decisión en la provincia. Para otros el problema consiste simplemente en que Alfonso Guerra lo ha elegido como pieza para hostigar a Rodríguez de la Borbolla y hacerle ver que aún tiene poder en Sevilla. De una u otra forma, se explota un error que cometió el Primero de Mayo: una crítica pública, bien que ligera y muy matizada, a Felipe González por no haber estado presente en el acto convocado por la UGT ese día.

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