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Tercera victoria del irlandés Sean Kelly

El irlandés Sean Kelly sumó su tercera victoria en esta Vuelta 85 tras una etapa que estuvo marcada por el fuerte viento reinante. No hubo sorpresas y la carrera se aproxima cada vez más a su momento culminante: la contra reloj de Alcalá de Henares, en la que parece que se decidirán los puestos de honor de forma casi definitiva. Pero, antes, los supervivientes deberán disputar hoy los 252 kilómetros que separan Albacete de Alcalá de Henares, en los que pueden sucederse multitud de intentos de escapada, tónica de estas últimas etapas. El pelotón no conoce la tregua y algunos equipos quieren intentar un triunfo por etapas.

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De Benidorm se tomó la salida con miedo no precisamente a los rivales, sino al viento, que no faltó a la cita, pero que no influyó en el desarrollo dé la etapa, salvo en el retraso horario. Al colombiano Pacho Rodríguez se le dieron una y mil recomendaciones sobre cómo debía situarse en el pelotón para no quedarse descolgado en uno de los previsibles cortes, que los hubo, aunque sin importancia capital, por la sencilla razón de que ninguno de los favoritos presentó una batalla en serio.De no surgir la sorpresa hoy, al escocés Robert Millar se le llevará bajo palio hasta Alcalá de Henares y allí decidirá el cronómetro. Todo parece indicar que se repetirá la historia de la anterior edición de la Vuelta, con el agravante de que en esta ocasión se la jugarán un británico y un colombiano, aunque este último viste los colores de un equipo español. Pello Ruiz Cabestany estará a la expectativa y Julián Gorospe intentará el milagro, al igual que Pedro Delgado.

Ayer era un día para que el Reynolds, que dirige José Miguel Echávarri, intentara que su mejor hombre, Julián Gorospe, arañara segundos a Millar. También era el día para que el Reynolds buscara, al menos, una victoria por etapas que todavía no ha conseguido en esta Vuelta. Y lo tenía todo bastante bien porque los extranjeros que quedan en carrera están ya más que cascados, especialmente el Panasonic, holandés, al que sólo le quedan dos hombres. Pero el Reynolds fracasó porque tuvo que luchar contra sus rivales y contra los elementos.

Echávarri lanzó a Carlos Hernández para tantear el terreno, pero pronto tuvo un compañero de fuga, José Ángel Sarrapio, del Teka. Ambos se pusieron a luchar contra el viento y llegaron a tener una ventaja superior a los siete minutos sobre un pelotón que se sentía seguro de que aquella aventura no podía fructificar. Así fue. Tras casi 100 kilómetros de rodar por las carreteras de Castilla-La Mancha, tan planas como la palma de la mano, se reintegraron al lugar de donde habían salido.

El viento de cara no cesó de castigar a los ciclistas, que se desplazaban con mucho retraso sobre el horario previsto por la organización. Todo el mundo estaba en tensión, esperando el abanico y el consiguiente corte. Se produjo y hubo revuelo porque en el grupo de cabeza estaban dos hombres de postín, Gorospe y Delgado, además de Etxabe, Beyens, Veldscholten, Pensec, be Wolf, Castellar, Gallopin y Bazzo. No había ningún Zor en la escapada y ésa fue la clave para que quedara abortada a los pocos kilómetros.

El Intento de Gorospe

Gorospe fue el que más tiró, con la esperanza de acortar la distancia que Millar le ha tomado a lo largo de todos estos días. Pero el líder del Reynolds no obtuvo colaboración ni siquiera de Pedro Delgado. "Esto es una porquería. Dejamos que se escape Camarillo y que gane la etapa de Logroño para que luego hayan tirado con todas sus fuerzas", decía Gorospe, indignado, en la línea de meta, refiriéndose a la actitud del equipo Zor. "Pero se equivocan, porque están haciendo el trabajo para Millar y al final será él quien venza en esta Vuelta".

Gorospe, hasta cierto punto, tenía razón. Pero es la ley del ciclismo, un deporte fundamentalmente de equipo, en el que valen todas las alianzas y también las primas a terceros, que posiblemente repartió el Zor a destajo en la etapa que finalizó en Benidorm.

Donde no valen las primas a terceros es en la línea de meta, en el momento de disputar el sprint. Allí impera la ley del más veloz, del más audaz, y el irlandés Sean Kelly demostró ser superior a todos en ese aspecto. Porque a Albacete se llegó casi en masa, tras múltiples intentos de escapada en los últimos kilómetros. Ninguno fructificó porque tanto los hombres del Skil-Kas como los del Teka controlaron perfectamente la carrera para que sus hombres rápidos tuvieran el camino expedito en la meta.

Kelly, que ya ha cubierto sobradamente sus objetivos en esta Vuelta, puede hacer lo mismo en la etapa de hoy. Es una de las más largas de la prueba y carece de dificultades orográficas, salvo dos puertos de tercera categoría, el alto de Colmenar de Oreja y el de Morata de Tajuña, a 36 kilómetros de la línea de meta.

No es previsible que alguno de los aspirantes al triunfo final intente una escapada porque hay que guardar las fuerzas para la contra reloj de mañana. Por el contrario, sí tienen opción aquéllos que ya no pintan nada en esta Vuelta, que parece planificada para que la gane un escalador. De ahí, las quejas de la mayoría de los equipos extranjeros.

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