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Angel Camarillo culmina con éxito una escapada de 177 kilómetros

Todos fueron bondadosos con él y Angel Camarillo (Zor) logró su objetivo: homenajear al malogrado Alberto Fernández. La octava etapa registró el tercer triunfo español en esta Vuelta 85. Pello Ruiz Cabestany, tal como se esperaba, conservó el jersei amarillo, a la espera de la etapa de hoy, con la que se entra en los Pirineos. Camarillo logró un triunfo similar al de hace tres años, cuando, con este mismo recorrido, culminó con éxito 216 kilómetros de escapada; ayer fueron 177.

Todos necesitaban descanso tras la paliza del pasado martes y nadie quiso incordiar al flamante líder de la Vuelta. Era una etapa ideal para los rodadores o para los hombres mal clasificados en la general. Uno de estos últimos, Ángel Camarillo, lo intentó y obtuvo su premio. Pero tuvieron que concurrir unas circunstancias muy especiales para que entrara en la línea de meta como vencedor.Petete Camarillo, llamado así por estar en posesión de un título universitario, quería el triunfo para ofrecérselo a Alberto Fernández y su esposa". No estuvo en el sencillo acto celebrado en el cementerio de Aguilar de Campóo, donde reposan los restos mortales de la familia Fernández. Pero salió de la localidad santanderina motivado. El recuerdo del popular Galletas también influyó en los restantes equipos españoles y ninguno de ellos osó tirar del pelotón cuando inició su escapada.

Si a esto se une que los holandeses del Panasonic tenían problemas con su jefe de filas, Winnen -padeció de gastroenteritis durante toda la etapa-, y que la mayoría de los colombianos estaban aquejados de tendinitis, puede decirse que todo estaba a favor de Camarillo.

El gregario del Zor se sabía el recorrido casi de memoria. Hace tres años también entró en solitario en Logroño. En esta ocasión atacó en el kilómetro 56. Oficialmente, le quedaban por delante 162 kilómetros, pero la realidad es que fueron unos 15 más por esas cosas extrañas de la organización, que hizo llegar la Vuelta a un complejo industrial, en las afueras de Logroño, por cuestiones meramente publicitarias.

Camarillo llegó a tener 21 minutos de ventaja sobre un pelotón que rodaba tranquilo, sin prisas. Al final, sólo fueron seis minutos y 57 segundos, tiempo suficiente para dar a su equipo, el Zor, el primer puesto en la clasificación general de conjuntos, al que también contribuyó Juan Fernández, que fue segundo en la meta.

Se trató de la escapada de la Vuelta, de la que se beneficiaron todos y muy especialmente los hombres del Orbea, equipo del líder, Ruiz Cabestany. Si holandeses y belgas hubiesen tirado para facilitar el triunfo a sus sprinters, Pello y sus compañeros habrían tenido que trabajar a destajo, y las fuerzas son muy necesarias para la etapa de hoy.

La gran incógnita

La Vuelta inicia hoy su ascensión particular a los Pirineos y la gran incógnita es si Pello Ruiz Cabestany podrá aguantar los 253 kilómetros de recorrido de continuos toboganes, salpicados por un puerto de tercera y con un final en el balneario de Panticosa, a 1.650 metros de altitud.

Pello tendrá inicialmente la ayuda incondicional del destronado Pedro Delgado y la de todos sus compañeros de equipo, incluido Yáñez, mucho más recuperado de su lesión de rodilla. Pero Ruiz Cabestany necesitará de sus propias fuerzas.

El británico Robert Millar y el colombiano Pacho Rodríguez (Zor) son sus más directos rivales, aunque todos los pronósticos sefialan a Pacho como favorito. "El colombiano está fuerte, tiene un equipo potentísimo detrás de él y es mejor contrarrelojista que Millar. Pello, Ruiz Cabestany me parece un hombre excesivamente joven". Esta opinión no es la de un cualquiera, sino la de un ciclista experimentado, el francés Pascal Simon, compañero del británico en el Peugeot, que ha venido a esta Vuelta a rodarse para el Tour.

Los colombianos no opinan. Tienen problemas con su hombre mejor clasificado, Fabio Parra, y sólo preguntan: "¿Cómo es la cuesta final?".

Esa cuesta puede ser la consagración o el hundimiento de un ciclista joven, que en el momento oportuno actuó con inteligencia. Y no necesitó de esos caramelos especiales, hechos del jugo de la caña de azúcar, que los colombianos toman durante las ascensiones. Los llaman panelas y se han traído a la Vuelta unos 200 kilos para endulzar la vida.

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