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Japón teme una invasión extranjera cuando proceda a la privatización de su industria de telecomunicaciones

La industria de las telecomunicaciones de Japón perderá muy pronto el control gubernamental para entrar en el sector privado, en medio de crecientes polémicas con Estados Unidos sobre cómo se repartirán los inmensos beneficios que se esperan. El Gobierno de Tokio anunciará hoy una serie de medidas liberalizadoras que afectarán tanto al comercio como a la facultad de inversión extranjera en el campo de la electrónica y de las comunicaciones. Las medidas intentan tranquilizar a Washington, cuyo déficit comercial con Japón alcanzó en 1984 la cifra de 36.800 millones de dólares (unos 6,5 billones de pesetas).

Los analistas están de acuerdo en que la introducción de la competencia en las telecomunicaciones, hasta ahora controladas por un monopolio estatal, acelerará los avances tecnológicos y diversificará los servicios, pero dudan de que las compañías norteamericanas, que vieron cómo la participación japonesa en el mercado norteamericano se cuadruplicaba a raíz del control legal de la expansión interna de la American Telephone and Telegraph Corporation (ATT), puedan recuperar terreno. Después de tres meses de intensas negociaciones, las autoridades norteamericanas han conseguido que los japoneses acepten algunas de sus demandas de introducir ciertos cambios en una maraña de regulaciones que consideran discriminatorias para las empresas extranjeras. Recientemente el Senado estadounidense presentó un proyecto de ley en el que se prevé la adopción de represalias a menos que Japón abra sus mercados antes de 90 días. A este respecto, el consejero especial del presidente Reagan, Gaston Sigur, visitó Tokio con una nota personal de la Casa Blanca al primer ministro Yasuhiro Nakasone, para encontrar una rapida solución al problema.

Las leyes que privatizan el mercado de telecomunicaciones japonés convierten al monopolio estatal en una firma privada, la Nippon Telegraph and Telephone Corporation (NTT), y permiten a otras compañías ofrecer servicios telefónicos y de comunicaciones. Las firmas norteamericanas confían introducirse en tres importantes áreas: venta de equipos terminales, oferta de servicios de comunicaciones y venta de satélites a las nuevas empresas de comunicaciones.

De todas formas, las nuevas normas no representan ni mucho menos el fin de los problemas burocráticos. El Gobierno de EE UU y las autoridades industriales temen que el Ministerio japonés de Correos y Telecomunicaciones siga teniendo amplios poderes para bloquear la venta de productos extranjeros.

Según las nuevas leyes, la industria queda dividida en dos grandes áreas: la de los propietarios de sus propios circuitos y la de los que ofrecen servicios con líneas arrendadas en forma de leasing. La propiedad extranjera de firmas de la primera categoría queda limitada a un tercio y los extranjeros no podrán comprar acciones en la nueva NTT. Aunque la ley concede a las firmas norteamericanas igualdad en la segunda categoría, los norteamericanos temen que una maraña de regulaciones accesorias permita a los burócratas japoneses hacer discriminaciones. "Basándonos en anteriores experiencias, siempre que hemos negociado en esas condiciones hemos sufrido daños", manifestó a Reuter George Lindamood, director general de la firma de ordenadores Borroughs Corporation.

Las firmas norteamericanas vendieron en 19 84 unos 110 millones de dólares en material de telecomunicaciones y servicios a Japón, contra los 1.500 millones de dólares de las exportaciones japonesas.

Algunas firmas norteamericanas aseguran que existen barreras invisibles que les impiden la entrada en un mercado estimado en 6.000 millones de dólares y que se espera ascienda en 1987 a 8.000 millones de dólares. "El mercado japonés aparenta ser muy abierto, pero delante tenemos un cristal transparente, una muralla", dice Hiroaki Kobayashi, director general de Paradyne Japan Corporation.

Alto precio del dólar

Las autoridades japonesas contraponen el argumento de que la causa principal del déficit comercial norteamericano es el alto precio del dólar y la falta de esfuerzo comercial de las firmas norteamericanas. Los representantes de NTT y Daini-Denden, una de las competidoras de NTT, insisten en que comprarán productos extranjeros si su calidad es buena y los precios aceptables. Algunos norteamericanos sugieren también que el problema se debe tanto a las firmas norteamericanas como a la naturaleza del mercado japonés. John Cusick, director de ATT International en Japón, manifestó recientemente en un seminario que las firmas norteamericanas a menudo son reticentes a las inversiones a largo plazo, necesarias para modificar sus productos y adaptarse a la red japonesa. ATT e International Business Machines (IBM) intentan ofrecer servicios de conexión de ordenadores en Japón, mientras que otras firmas norteamericanas esperan también beneficiarse de la venta de satélites norteamericanos, hasta hace poco prohibidos a causa de la política japonesa de potenciar la industria nacional.

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