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Bueyes

Vistas las dificultades con que la gente tropieza crecientemente para pasárselo bien, los estudios han empezado a concentrarse en ello. Un ejemplo es el reciente libro de Geoffrey Godbey en el que el ocio es juzgado no ya como ese residuo de azúcar donde uno se puede espolvorear a lo tonto sino como una atmósfera que provoca tanto o más estrés que el tiempo de trabajo.En primer lugar, no resulta tan fácil divertirse y, por si esto no fuera poco, es necesario además competir con la diversión de los vecinos. Al parecer, toda diversión individual o familiar que no exceda o iguale a la de los más próximos es una juerga empobrecida que tendencialmente apaga la risa. ¿Cómo sería posible aceptarla sin detrimento si la vemos doblada por el fasto de la diversión del otro? Afanados en la búsqueda de la animación y en la calidad de sus resultados la tarea es comparable a cualquier otro fastidio.

Ciertamente, la idea de que este mundo es de por sí aburrido carece de predicamento. De antiguo nos hemos empeñado o bien con el diagnóstico que define ese territorio como un valle de lágrimas o bien con aquel que lo colma de magníficos sentidos. Podría ser, no obstante, una oportunidad de sosiego tratar de conceptuarlo como una realidad aburrida.

Cuesta aceptarlo, pero ¿observan qué alivio se recibe de esta lucidez? Las ciudades con sus cines y habitantes parecidos, el agua que mana repetidamente por los lavabos, la fila de hormigas que va y viene al hormiguero, el invierno y las vacaciones de Semana Santa una y otra vez... En fin, es aburrido.

Todo lo que se haga contra esta situación resulta heróico y seguramente enfermizo. Más que sacarle productividad a la vida, enunciado en sí mismo también muy fatigoso, nuestra mejor coherencia con el universo se encuentra en copiar de su aburrimiento.

Los animales, más imbuidos de esta verdad, acaban siendo más felices. Fíjense, por ejemplo, en los bueyes, ahora que van a viajar al campo. El tedio que las bestias llevan en sus carnes es tan profundo y verdadero que ningún juerguista resistiría su mirada sin parecer un cursi.

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