El ex secretario general rechaza frontalmente la convergencia que propoge Iglesias
"De esta discusión kafkiana el partido va a salir aún más dividido", dijo ayer Santiago Carrillo, refiriéndose a la gran cuestión de fondo de la discusión entre los dos sectores enfrentados del PCE: la convergencia electoral con otros sectores de la izquierda. "Eso es una pijada", dijo el ex secretario general para definir esta convergencia, piedra angular de la política y la estrategia de su sucesor, Gerardo Iglesias. Para Carrillo, en el PCE "estamos peleándonos por la convergencia y todo el mundo sabe que es imposible porque no hay grupos ni partidos que quieran hacerla".El propio Gerardo Iglesias admitió ayer, en su informe al comité central, la escasa viabilidad de su propuesta: "Nadie se hace aquí grandes ilusiones sobre las posibilidades de la convergenia, máxime cuando la combate una fracción del partido".
En efecto, los primeros sondeos respecto a las posibilidades de formar coaliciones electorales con otras fuerzas de izquierda se han revelado descorazonadores: ni Esquerda Galega ni Euskadiko Ezkerra en el País Vasco parecen proclives a la idea. Son sólo colectivos muy minoritarios -ecologistas, pacifistas, etc- los que, en determinadas provincias, se unirían a un proyecto para el que, en determinado momento, se tantearía a otros pequeños partidos, como el PASOC (ex socialistas históricos) o la Federación Progresista de Ramón Tarriames, todavía en embrión.
Andalucía
Sin embargo, las grandes esperanzas de recuperación de las espectativas electorales del partido se centran en el triunfo de la convergencia puesta en pie en Andalucía por Julio Anguíta, el alcalde de Córdoba. Anguita ya se ha proclamado candidato comunista a la presidencia de la Junta de Andalucía, aunque las elecciones regionales no están previstas sino para mediados de 1986. De unos buenos resultados en las elecciones autonómicas, piensa la dirección del PCE, podrían derivarse cuatro o cinco escaños en las elecciones generales. Ésta es una hipótesis rechazada como "quimérica" por el sector carrillista del partido, que acusa de 'falta de realismo" a la dirección.
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