La victoria del Real Madrid sobre el Banco di Roma le acerca a la final de Atenas
ENVIADO ESPECIALEl Real Madrid ganó en casa del que parecía más fuerte. Son dos puntos que pueden ser decisivos para enfilar el camino hacia Atenas, sede de la final de la Copa de Europa. Ante el Banco di Roma se vio un juego estratégico, con cambios decisivos en algunos jugadores, que perdió Valerio Bianchini por exceso de protagonismo, lo que en la actuación de un técnico se puede traducir como osadía. Lolo Sainz encontró solución a sus problemas con modestia, pero con eficacia.
Bianchini quiso seguir demostrando que es el técnico de más prestigio en la Liga italiana. Seguramente, cuando cambió a Townsend intuyó una decisión genial que fuera aireada oportunamente, al día siguiente, por los cronistas locales. En el espacio de los primeros cinco minutos, el Real Madrid había conseguido ponerse a nueve tantos de diferencia con un juego fácil, fluido, haciendo demostración de tiro en todos sus jugadores. Como señal, Iturriaga se permitió el lujo de inaugurar los lanzamientos de tres puntos. En ese momento, Bianchini dejó en el banquillo a la estrella del equipo local, el americano Townsend, para sacar al pequeño Sbarra y diseñar un cambio defensivo para que las cosas no fueran igual. Se mostró imperturbable, por el silencio pavoroso del público local, que entendió que ese hecho era una primera señal de derrota. La prensa había presentado el partido como un duelo Corbalán-Townsend, y resulta que el enfrentamiento duraba cinco minutos, por presunta derrota por KO técnico.
La reacción del Banco di Roma, que alcanzó ventaja en el marcador cinco minutos después para luego escaparse de siete puntos, no tuvo por protagonista a Sbarra, que hizo lo que pudo, sino a Gilardi y a Fernando Martín. El primero, porque desequilibró a Jackson y abrió algún contraataque, y el segundo por que su nerviosismo inicial, su exceso de coraje, hicieron temblar a su banquillo.
El partido pendió de Fernando Martín. Estuvo en un tris de quedar anulado por una cuarta personal en la primera parte y se convirtió en el dominador del partido en la segunda. Fueron suyos los rebotes y el juego de ataque cerca de la canasta. Y es que antes, Lolo Sainz, en una acción de humildad, dio una buena muestra de visión de juego al rectificar una propia decisión y devolver en escasos minutos a Martín a la cancha, aun cuando Romay no estaba ni mucho menos agobiado por las personales. Bianchini hubiera vendido esta decisión como un acto genial o como una actuación visionaria, pero quien sabía que el partido terminaba en Fernando Martín fue Lolo Sairíz.
Así, en la segunda parte, que comenzó con ventaja italiana de seis puntos (42-48) en el descanso, el Real Madrid hizo lo mejor del partido, el juego que justificó que la victoria fue justa. Forzó una buena defensa con anticipación en todos los jugadores, volvió a funcionar Del Corral en su marcaje a Gilardi y Corbalán dirigió el juego para desahogar a Jackson y aprovechar el diamante en bruto que resultaba Martín en esos momentos. A los siete minutos de este período Bianchini había pagado caro no su genialidad, sino su osadía de perder voluntariamente altura con Solfrini y Polesello en el centro.
Martín tomó el mando y se lo creyó, hasta pudo haber un momento en el que hizo abuso al ejercerlo. El parche motivó que Gilardi y Flowers se encontra ran con cuatro personales y la demostración de que el equipo madridista tenía intención de ganar se vio en el minuto 27. El marcador estaba en 58-57 y Corbalán recuperó la pelota, pero no tuvo prisa en intentar el contraataque. Dejó que pasaran diez segundos, sus hombres se ordenaron, y consiguieron la canasta. Cuando un equipo no necesita ver su ventaja en el marcador para ejercer el mando es que se siente moralmente ganador, se siente preparado para ello. El marcador era una ficción y lo convirtieron en una realidad por el propio peso de su dominio cuando alcanzaron un 65-74 a falta de 13 minutos. Bianchini había desperdiciado ya- sus dos tiempos muertos y había perdido los papeles.
Tras este ejemplo, los acosos hacia el juego madridista no encontraron más que una respuesta coordinada. A Martín le sucedió un momento brillante de Jackson y luego de Robinson, e Iturriaga había suplido bien la defensa de Del Corral sobre Giraldi. Corbalán estaba tranquilo. Sólo apareció la duda de una posible derrota cuando el colegiado Douvis echó al unísono a Corbalán y Flowers para quitarse problemas de encima en los últimos tres minutos. Los nervios de Velasco no influyeron en el equipo y en los últimos minutos sólo pudo presenciarse la acción desesperada de un equipo buscando lanzamientos inconsecuentes de tres puntos.
Lolo Sairíz no tuvo que adoptar tantas decisiones, entre otras cosas porque su equipo venía bien entrenado. Hay partidos, la mayoría, que se empiezan a ganar mucho antes de saltar a la cancha.
En el otro encuentro de Copa de Europa el Maccabi de Tel Aviv venció al Granarolo de Bolonia por 90-76 (4241).
Copa Korac
Por otra parte, el Licor 43 derrotó (103-87), al Hapoel de Haifa, de Israel, en partido pertenecieríl te a la Copa Korac. El encuetitro decisivo de este grupo lo disputarán, la próxima semana en Belgrado, el Estrella Roja y el Cantú.
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