El Estudiantes sigue de líder invicto
LUIS GÓMEZ El Estudiantes jugó a no ganar y ganó, mientras el Español quiso no perder y perdió. Es decir, ambos equipos fallaron. El encuentro fue pésimo. El Español jugó mejor que el Estudiantes y el Estudiantes tiró peor que el Español, pero el Español no ganó al Estudiantes. La lógica no funcionó. ¿Qué ocurrió en el Magariños?
Ocurrió que se vio uno de los peores encuentros que quepa imaginar y que, cuando el juego es tan malo, no se imponen ni la lógica ni la estadística. Cuando el Estudiantes había conseguido sólo ocho canastas en 11 minutos y, poco después, el Español se ponía en ventaja con 8-21, la suposición era que al equipo local se le había subido el liderato a la cabeza y que perdería por exceso de confianza; máxime, si su estrella, Russell, aquejado por un tirón muscular, jugaba reservándose para no romperse del todo. La Demencia solicitó tiempo al técnico local, Garrido, que invocó a sus jugadores mayor dedicación defensiva cuando el fallo estaba en el ataque. Propuso defensa en zona. Se propuso arreglar la caja de cambios cuando lo que no funcionaba era el embrague. Aun así, un tapón de Montes enfureció a las masas y... 26-31 en el descanso.
Más tarde, el Español dispuso de 16 tantos de ventaja (36-52) a falta de 10 minutos. El Estudiantes no metía una canasta y algunos lanzamientos resultaban ridículos. Salió Russell entonces y se pasó rápidamente a un 53-54 porque Pinone y él decidieron jugar sólo los dos y que Lafuente les pasara balones.
Mientras, el Español siguió a su ritmo sin darse cuenta de que el Estudiantes tenía al público caliente y empujándolo hacia la victoria. Así, Gol, el técnico visitante, en una decisión arriesgada, determinó que nadie tirase personales y se desperdiciaron seis posibles lanzamientos de uno más uno -si se falla el primer tiro, no se produce un segundo lanzamiento-.
El Estudiantes logró el empate a falta de 3.30 minutos (56-56) y su primera ventaja en todo el partido a 1.40 (60-58). A 20 segundos del final, Montes perdió un balón, provocó encima una personal y Tramullas, por fin, lanzó dos tiros libres: 60-60. Faltaban 16 segundos y un juvenil, Antúnez, sustituyó a Lafuente para, presionado por dos rivales, dar un pase perfecto al único jugador desmarcado, Rementería. Éste palideció al recibir el balón a falta de ocho segundos, tembló, dudó y casi lloró, pero tiró al tablero de mala manera y marcó: 62-60 y el Estudiantes sigue de líder invicto. Así de fácil.
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