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Desastre de los equipos españoles en los torneos europeos de fútbol

Athlétic, mucho coraje, pero poca inspiración

El Athlétic, pero no sólo él, fue incapaz de franquear los Pirineos y Europa sigue quedando lejos. El Girondins no hizo otra cosa que intentar congelar el balón a base de esconderlo en la nevera, pero se clasificó merced al gol de ventaja que traía de Burdeos. El partido de ida fue mucho más igualado que el de anoche, pero al Athlétic le faltó inspiración arriba para romper la línea Maginot que montaron los franceses con la colaboración del trío arbitral belga.Los rojiblancos tuvieron una salida vibrante, espectacular. Encorajinados por un público caliente, los hombres de Clemente arrolla ron, con un juego en oleadas, a los bordoleses. A los tres minutos, Goikoetxea consiguió introducir el balón en la meta de Dropsy, pero el árbitro anuló la jugada por falta previa de Noriega. Sin embargo, antes del cuarto de hora se vio ya que Argote, el esperado, que volvía tras una lesión, no podía y poco después fue sustituido.

La ocasión de De Andrés

La baja del exterior zurdo fue decisiva. Sarabia, su sustituto, es zurdo, pero no un extremo, y todo el planteamiento de Clemente, apoyado en las penetraciones y centros de Argote, se vino abajo. Empujaba, de todas formas, el Athlétic, que en torno a la media hora de juego fabricó tres ocasiones consecutivas, en jugadas de Sarabia y Dan¡, éste por dos veces, que no acertaron a rematar Urtubi, De Andrés y Noriega, sucesivamente. El fallo del navarro De Andrés, que golpeó el balón con la espinilla cuando estaba solo a tres metros de la portería, frustró la mejor ocasión de lograr el gol. De nuevo salió en tromba el Athlétic en la segunda mitad y hasta se repitió la invalidación de una jugada finalizada en gol, esta vez a cargo de Sarabia, que estaba en fuera de juego. Pero pronto se vio que había más corazón que cabeza, más nervios que auténtico nervio, y el área francesa se convirtió en un pisto desordenado: demasiados jugadores, estorbándose entre sí, en busca del remate.

Porque es el caso que, sin llegar a hacer un buen fútbol, el Athlétic puso el suficiente empeño como para merecer, al menos, un gol, lo que hubiera bastado. Empujó muchísimo Goikoetxea, el mejor jugador, junto con su homólogo Battiston, sobre el campo; corrió la banda 50 veces Urkiaga y en no menos de 100 ocasiones llevó adelante el balón Urtubi. Pero faltaba esa inspiración final que es, en teoría, el asunto de los delanteros y que ayer no tuvieron ni Dani, ni Sarabia, ni Noriega.

El desgaste fue haciendo mella en algunos jugadores locales, que en el último cuarto de hora -cuando Clemente se lo jugó el todo por el todo sacando al rematador aéreo Arrien por Urkiaga- sólo podían exhibir ya los costurones ensangrentados de quien sabe que va a ser derrotado, pero no sin dejarse la piel sobre el campo.

El Girondins tuvo orden defensivo, pero delante nada. De Andrés, con un marcaje marcial, casi cuartelero, aburrió a Giresse, que sólo al final apuntó algún detalle. Fenomenal Battiston y muy bien el otro central, Specht. En el Athlétic, mucho empuje de los hombres de atrás, volcados al ataque, y meritoria labor de Urtubi. No bastó, pero sería injusto atribuir la falta de lucidez de los rojiblancos en los momentos decisivos a que se les hubieran subido a la cabeza las dos copas que les dio Porta antes de comenzar.

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