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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El genio de Bette Davis, en el espacio 'Secuencias'

Tomàs Delclós

Esta noche, el programa Secuencias estará dedicado íntegramente a la actriz Bette Davis (Ruth Elisabeth Davis) con una antología de las escenas que le dieron una mayor notoriedad y la han incorporado a la lista de grandes intérpretes del cine.Una amiga ilustrada de la familia Davis le puso a Ruth Elisabeth el amistoso Bette con el que luego hizo carrera. El nombre lo sacó de una heroína de Balzac y este bautizo doméstico tuvo el mérito de lo premonitorio. Bette Davis se paseó por la comedia humana con la terquedad que necesita un personaje de pechos caídos al lado de las escogidas sirenas de Hollywood. A Rita Hayworth, por ejemplo, ser mujer fatal no le ahorraba las palizas de sus celosos y sufridos amantes. Por el contrario, siempre era Bette quien repartía la leña, y sino que se lo pregunten a Henry Fonda. Incluso disparaba por la espalda sin adornar el gesto con ninguna de las variadas muecas que prodigaba en sus exaltaciones.

La Universal tardó mucho en saber lo qué tenía entre manos con Bette, y la arrinconó en sabidos papeles de ingenua. Tras pasar por el tinte, siguió -y he ahí su victoria- el fatal destino de las rubias, que Anita Loos sentenció con aquello de que "los hombres las prefieren... pero se casan con las morenas". Todo empezó cuando guiñó el ojo a un peón de su padre sudista (Esclavos en la tierra). En Barreras infranqueables, mataba a su marido sin por ello conseguir la recompensa de un amor que podía ser criminal pero que, por lo menos, ya no era adúltero.

Su pleito con la Warner

Sus peligrosas rabietas no eran únicamente escenas obligadas. Bette Davis sacó el genio, sin miedo, en circunstancias aparentemente desaconsejables. Pleiteó, por ejemplo, con la Warner reclamando mejores consideraciónes artísticas. Perdió el caso pero la productora, a la postre, le dió la razón aumentándole sueldo y rango. Ya empezaban a ser suyas las cabeceras de reparto. Y Bette Davis seguía desconociendo el perdón. Asesinaba por despecho sentimental (La carta) 6 por avaricia (La loba), con el agravio de la impasibilidad. Dicen que los registros extremos son más fáciles, pero ella sabía, incluso en los más llamativos excesos, guardar algún cartucho, no vaciar su personaje.

Bette Davis, por otra parte, ha sabido envejecer en la pantalla. No ha ocultado sus arrugas y, como Joan Crawford o Gloria Swanson, aceptó mimar en el cine la caída de los dioses. No le costó mucho porque a pesar de la presidencia de la Academia, ella jamás quiso sentarse en esos luminosos y caducos tronos que el Hollywood-pelota ofrecía, engañoso, a sus estrellas en usufructo.

Secuencias se emite hoy a las 23.00 horas por la primera cadena.

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