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Luis Doreste y Roberto Molina

Dos estudiantes, medalla de oro de la clase 470 de vela

CARMELO MARTIN, Nadie contaba con Luis Doreste y Roberto Molina, ganadores de la tercera medalla de oro en la historia española de los Juegos de verano. En casa de los Doreste, en Las Palmas, antes de viajar a Los Ángeles, las llamadas telefónicas de los periodistas eran para Josele, el campeón del mundo, junto a Antonio Gorostegui, en la clase Star. Pero las aguas olímpicas de Long Beach, contra todo pronóstico, fueron más propicias para el joven Luis, de 23 años, estudiante de Informática, que para el mayor de los hermanos, José Luis, médico, de 27 años, que en septiembre navegará con el Rey, en Cerdeña, en el Bribón IV.Tanto Roberto Molina, que nació en la isla de Lanzarote (el 5 de junio de 1960), como Luis Doreste, natural de Gran Canaria (7 de marzo de 196 l), aprendieron a navegar en la playa canaria de Puerto Rico, donde en la actualidad existe luna escuela de vela.A Molína no le gustaba mucho al principio este deporte, cuenta su padre, Francisco Molina, que recuerda cuando le acompañaba a las primeras regatas, advertido de los frecuentes despistes de su hijo.

"Su hermano y yo le echábamos al agua", dice, remontándose a los inicios del remiso navegante. Luis César Molina, el cuarto de los ocho hermanos, es monitor y entrenador de vela y tiene una escuela de tabla a vela (windsurfing) en el sur de Gran Canaria.

Llevan juntos en la clase 470 cuatro años. Los dos estudian be cados por la Federación Española de Vela en la residencia Blume, de Barcelona. La preparación de estos Juegos aplazará en un año el final de la carrera de Informática que cursa Luis Doreste y hará re petir asignaturas de Electrónica a Roberto Molina. Ambos, campeo nes de España en su clase, habían ganado en la I Semana Internacional de Roma, pocas fechas antes de acudir a Los Angeles. El palmarés de Doreste, que comenzó a navegar en 1970, lo sitúa como campeón de España, de Europa y del mundo, unas veces en la clase Optimist y otras en la Moth Europa. Pertenece a una familia de grandes campeones emparentada con otra gloria de la navegación., Joaquín Blanco, presidente durante 15 años de la federación provincial de vela. La madre de los Doreste, Pepita Blanco, responsabiliza a su hermano y a un amigo de la familia, Ton¡ Arias, "un viejo lobo de mar", según le define, de la afición por la vela de cinco de sus seis hijos, de los que sólo uno es mujer y está casada. Josele y Noluco han estado también ahora en Los Ángeles; este último, en período de servicio militar, en calidad de suplente. Gustavo no fue al quedar descalificado por desavenencias con otro regatista. El que queda es Joaquín, cuya larga estatura le ha obligado a pasar de Optimist a Moth Europa.

La vela es un deporte sacrificado y caro, según coinciden los padres de los dos olímpicos. José Doreste y Francisco Molina, ambos, curiosamente, ingenieros industriales, afirman que sus hijos no reciben nnguan ayuda económica por parte de las autoridades canarias. El padre de Molina, que ocupa un cargo en el Gobierno autónomo como coordinador provincial de Formación Profesional de la Consejería de Educación, cree que ésta puede ser la oportunidad para conseguir ese apoyo,

"Es un chico muy constante, muy serio, preocupado por los estudios", dice la madre de los Doreste, que comenta sus comienzos durante los fines de semana con sus hermanos y primos en el Real Club Náutico de Las Palmas. Tiene novia, una canaria que también estudia en Barcelona.

Ahora, los entrenamientos con Molina deben celebrarse en el Club Náutico de Masnou, en Barcelona, o en la Escuela de Vela de Palamós, en Gerona.

Entre los congratulados por su triunfo olímpico figura el alcalde de Las Palmas, Juan Rodríguez Doreste, tío de su padre.

Por su parte, Jameo, nombre con el que algunos llaman a Roberto Molina por haber denominado así a su primer barco, a los 11 años, es ya todo un ídolo en Lanzarote.

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