Moses gana el oro a 27,6 kilómetros por hora
ENVIADO ESPECIAL, Edwin Moses, que el día 31 cumple 29 años, ha vuelto a ser, ocho, años después, campeón olímpico de 400 metros vallas. Su victoria del viernes fue la 105 consecutiva que logra y la 90 en finales. Es tan bueno que ganó aun haciendo la peor carrera desde que perdiera la última, en septiembre de 1976. Si Harris y Schmid no lograron derrotarle en la final olímpica de Los Angeles, no lo lograrán ya jamás. Edwin Moses llegó a perder al final hasta un 21% de su máxima velocidad. A la meta llegó sólo con tres metros de ventaja. En el mundial de Helsinki sacó 10 metros al segundo y 15 al tercero. Cuando él actúa, esas diferencias son las normales.
Hacía ya muchos años, tantos que Moses ya no lo recuerda, que no vivía las sensaciones que sintió el viernes: la perturbación que produce en la masa muscular el ataque a las últimas vallas, con la consiguiente pérdida de velocidad, al haber agotado ya el corredor sus energías. Esto es algo que todos los atletas, menos Moses hasta la final olímpica -por eso la diferencia-, sienten. Moses llegó a la recta con la ventaja que él acostumbra y que luego, normalmente, aumenta.Entre la octava y novena vallas cayó en picado. No fue el gesto del que ya se sabe vencedor y quiere llegar relajado hasta la meta. Además, todavía quedaba mucha carrera. Era una crispación lo que tenía Moses. Él, luego, no supo explicar qué le había sucedido. Quería y no podía. El final, pese a la diferencia, resultó angustioso. Uno de los mejores atletas de todos los tiempos había perdido su velocidad. El ser capaz de dar 13 zancadas entre valla y valla le había evitado una derrota histórica.
35 metros por valla
Ningún atleta del mundo puede compararse a Edwin Moses. Por eso las diferencias hay que hacerlas a través de él mismo. De lo que es capaz de hacer y de lo que hizo realmente. Moses es un fenómeno porque, por sus excepcionales condiciones, es el único atleta capaz de recorrer los 35 metros que separan valla y valla en 13 zancadas. Esto le permite pasarlas siempre con la misma pierna, sin perder un ápice de su velocidad.
Los 400 metros vallas obligan a un ritmo perfecto, casi de relojería, porque cada 35 metros hay que elevar la zancada más que saltar. Antes, lo ideal era pasar las cinco primeras vallas con 13 zancadas, las cuatro siguientes con 14 y afrontar la última con 15. Era una manera de ahorrar energía para el final. Así logró Akii-Bua ganar la final olímpica de Múnich y establecer el récord mundial en 47.82, marca que, 14 años después, todavía le mantiene como el cuarto mejor atleta de todos los tiempos. Hasta que llegó Moses y revolucionó la técnica.
Todos quisieron imitarle, pero pocos pudieron. El verse obligado a pasar una valla de 91,4 centímetros de altura, para lo que hay que efectuar el último apoyo a 2,40 metros antes de la misma y caer 1,20 después, supone un gasto energético tal que es mejor para todos, menos para Moses, adaptarse a los sistemas tradicionales.
Esta diferencia tan brutal que separa a Moses de los demás Corredores fue la que le permitió ganar el viernes. Porque su carrera fue catastrófica. De salida realizó una progresión muy rápida, como es costumbre en él, y al paso por la segunda valla ya había alcanzado su máxima velocidad, 33,6 kilómetros por hora. Aflojó cuando ya había ganado la compensación, volvió a recuperarse en la curva, pero al salir de ella, cuando, a estaban marcadas las diferencias, la frecuencia de la zancada disminuyó de tal manera que su velocidad era entonces de 26,8 kilómetros por hora, un 21% menos que 200 metros antes.
En los últimos 40 metros,ya sin vallas que pasar, sólo consiguió subirla a 27,6. Harris y Schmid, entablados en un duelo particular, se le echaron encima. Tres rnetros de distancia entre Moses y cualquier otro atleta es algo tan inhabitual que dejó cierto sabor a derrota.
Más decepciones españolas
En la jornada del viernes por la tarde, los dos representantes españoles en 400 metros, Ángel Heras y Antonio Sánchez, quedaron eliminados en cuartos de final. Heras fue quinto en su serie(45.88), y Sánchez, sexto (45.79) en la suya. Ambos quedaron decepcionados. Heras volvió a insistir en que no se ha adaptado todavía a la distancia -"mi intención no es salir lento para recuperar al final, es que no sé hacerlo de otra manera"-, y Sánchez no encontró más justificación que la de clue había actuado con mucha tensión. Los dos comenzarán ahora a entrenarse para el relevo 4 X 400, en el que, junto con Prado y Manuel González o Benjamín Fernández, hay aspiraciones de llegar a la final.
Hoy es día de descanso en el atletismo. Mañana (media tarde en España) se reanudarán las competiciones, en las que intervendrán José Luis González y José Manuel Abascal en las primeras series de 1.500 metros.
También podrían actuar Domingo Ramón y Juan Torres en la semifinal de 3.000 metros obstáculos, si es que esta madrugada (hora española) consiguieran su clasificación en la misma jornada en la que se celebró la final de longitud, a la que Corgos llegó tras realizar el viernes un único salto de 8,02 metros, que le fue más que suficiente para conseguir la clasificación. Lewis también necesitó un único salto para pasar la calificación. Pedían 7,90, y él hizo 8,30.
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