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Glynn Scotty Wolfe,

un pastor protestante de 76 años, que vive en Los Angéles, ha decidido disolver su vigésimo sexto matrimonio en la confianza de que su próxima esposa sea, por fin, la mujer ideal. A pesar de su largo currículo matrimonial, el pobre Scotty asegura que no tiene suerte con las mujeres. Su 26 esposas no le han han proporcionado el privilegio de poder elegir en mejores condiciones que otras personas, porque ninguna ha merecido la calificación de ideal. A él, en realidad, le hubiera gustado permanecer soltero, afirma, pero el amor le persigue. Y él se casa y se divorcia con resignación. Este trasiego le ha convertido en padre de 40 hijos, pero Scotty no parece agobiado por tanta descendencia. Lo que le preocupa es encontrar a la mujer de sus sueños. Una obsesión que le ha llevado a divorciarse de su actual esposa, con la que se casó en enero. Scotty ha alegado que ésta no mostraba excesivo entusiasmo por la práctica de virtudes domésticas tales como fregar suelos, lavar la ropa y planchar.

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