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Las 'finanzas' también acusan el golpe francés

La expulsión de territorio francés de Carlos Ibargurert, uno de los seis etarras confinados actualmente en Cuba, ha sido clave, a juicio de expertos antiterroristas españoles, para romper, al menos temporalmente, la sección de finanzas de ETA militar, que se había convertido en los últimos años en la oficina recaudatoria de la organización y que controlaba el cobro del impuesto revolucionario.Esta práctica habitual de la organización, que atraviesa graves dificultades económicas, ha sido paralizada por la desbandada de dirigentes de ETA de los cantones vascos de Francia -ante el temor de la acción policial y del terrorismo de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL)-y al romperse los canales habituales del pago.

Ibarguren, conocido policialmente por Nervios, se encargaba, junto al también etarra Sabino Euba Cenarruzabeitia, del control financiero. Para ello contaban con un grupo destacado de militantes que se encargaban de establecer los contactos y las citas en territorio francés con los residentes en las tres provincias vascas y Navarra, a quienes se les exigía esta práctica, considerada en lado español como la contribución a la hacienda foral de Bayona.

La acción de la policía francesa al deportar a Ibarguren y provocar "la fuga a un lugar desconocido de Francia" de Euba provocó el inicio de la ruptura del canal habitual de contacto entre pagadores y recaudadores, prácticamente consumada con el asesinato por parte de los GAL de Ángel Gurmindo, uno de los hombres claves de ETA para la realización de estos contactos.

El impuesto revolucionario ha sido hasta ahora el principal sostén financiero de ETA, que lo sustituyó, probablemente para evitar posibles "caídas innecesarias" de miembros de sus comandos legales por los atracos a entidades bancarias españolas, anterior fuente de ingreso. La sección de finanzas depende directamente del aparato militar de la organización, a cuyo frente se encuentran Domingo Iturbe, Txomin, y Juan Lorenzo Santiago Lasa Mitxelena. Una parte importante de estos ingresos ha ido destinada en los últimos tiempos a financiar los comandos legales e ilegales de la organización.

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