Resignada decepción de los trabajadores de 'Pueblo' ante el cierre del periódico, que todos presentían
"Salimos con UGT y la UGT nos cierra". A las seis de la tarde, con la noticia del cierre de Pueblo reciente, un grupo de redactores del periódico hace balance en la quinta planta de lo que fueron los comienzos de un diario que lo fue casi todo en determinados momentos del franquismo. Un periódico que en los años setenta tenía más de 200.000 ejemplares de tirada y que para muchos fue una auténtica escuela de periodismo.
Las planchas del incautado diario Claridad de la Unión General de Trabajadores dieron vida a Pueblo apenas finalizada la guerra civil. Casi 45 años después, los redactores -una gran, mayoría- culpan al PSOE, y a la UGT por extensión, de ese cierre fulminante que les da opción a muchos de ellos a terminar sus días recortando periódicos en algún gabinete de prensa.La redacción hierve en corrillos comentando la noticia. "En realidad hace ya tres días que se veía venir, pero cuando llega de verdad es terrible", dice una redactora agobiada por el recuerdo de una compañera víctima de una anterior reestructuración que hoy está adscrita al teatro de la Zarzuela, en un cometido no del todo concreto. Algunas de las más famosas firmas de Pueblo se quejan amargamente de la negativa del director a incluir una nota de la redacción en el último número del periódico.
El clima de derribo se percibe, no obstante, desde la misma puerta de entrada. Francisco Planet, conserje del periódico, contiene apenas las lágrimas al recordar los 22 años largos que ha pasado en la casa. Contesta a las preguntas de las numerosas visitas que se acercan hoy al edificio de los Sindicatos ahogando la amargura mientras señala, en un rincón de la pared, el breve escrito que el PCE ha redactado apresuradamente para responder con una dura crítica a esta orden de cierre fulminante del periódico.
No es cuestión del trabajo, Planet sabe ya que su puesto está asegurado en algún organismo de la Administración, pero es el hábito de 22 años de trabajo -"yo llegué a instalar el télex y me quedé en la casa, trabajando en talleres"- lo que le pone un sentimental nudo en la garganta.
Mañana vendremos
En la séptima planta del edificio, las secretariag de redacción funcionan a pleno rendimiento llamando a otros periódicos, contestando llamadas de la radio. La televisión acaba de hacer su aparición entre el nerviosismo de la gente. "¿Mañana? De momento mañana vendremos todos a trabajar como siempre. Mientras no llegue un papel por escrito en el que se nos comunique el cierre, aquí vendré".
Chema Pérez Castro, gerente del periódico, recuerda a este respecto que la Exposición Universal de Sevilla celebrada en 1929 todavía no se ha liquidado. "Total, que podemos tener para rato". Chema Pérez Castro prefiere no hablar mucho, repite la palabra incongruencia un poco cabizbajo, lo mismo que Raúl del Pozo, o Manuel Marlasca, sentados todos en torno a José Antonio Gurriarán, director del periódico en su última -ahora lo sabe- etapa.
José Antonio Gurriarán lee fragmentos del artículo de despedida que ha redactado ya a la gente que llama de la Prensa escrita, de la radio, de la televisión. Conversa con los demás colegas: "Eso es lo que yo digo. A pesar de la tristeza que sentimos por el cierre de Pueblo les pido a los lectores que lean otros periódicos, que por favor no dejen de leer".
A José Antonio Gurriarán le ha tocado vivir los 16 últimos meses de Pueblo. Desde el 1 de enero de 1983, en que se hizo cargo de la dirección del periódico, hasta la tarde de ayer, cuando una llamada del ministro de Cultura, Javier Solana, puso punto final a las expectativas de reforma y resurgimiento del periódico que aún barajaban algunos.
Todos, en el despacho del director, están algo cabizbajos y hay alguien que comenta: "Nos han dado una lección de política".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.