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Delgado, nuevo líder de la Vuelta y hombre a batir

Luis Gómez

Pedro Delgado arrebató ayer al italiano Francesco Moser el maillot amarillo. Es el nuevo líder de la Vuelta a España, tras una etapa que cumplió con los pronósticos al romperse la carrera a 15 kilómetros de la meta. Delgado es ahora el enemigo a batir, porque Zor y Teka pudieron incluir a corredores importantes entre los 10 primeros. Otros favoritos han dejado de serlo: Gorospe y Marino Lejarreta son los más llamativos descartes. Caritoux, un francés, gregario de lujo del irlandés Sean Kelly, fue, sin embargo, el vencedor de la etapa.

A Pedro Delgado le ha dejado su equipo demasiado solo en el uso y disfrute del liderato de la Vuelta a España. A partir de hoy, tendrá ocasiones para forjarse como un campeón porque dos equipos tan tenaces como Teka y Zor tienen demasiados hombres fuertes bien colocados en la clasificación general. Delgado sufrirá, duros ataques en un futuro no muy lejano, pero es ya el primer español encargado de defender el liderato. Ayer, realizó un perfecto trabajo de inteligencia, que le permitió dosificarse hasta los últimos kilómetros.Acabaron rotos

Aun cuando los principales directores de equipo se mostraron precavidos con la etapa, lo cierto es que su desarrollo pareció cantado. En Berga, comienzo del último puerto, estaba prevista la rotura de hostilidades. Los que intentaron sembrar la desconfianza ante la posible importancia de la etapa, manifestando que no era excesivamente dura, tuvieron suficiente con observar a los corredores tras su paso por la meta.

El podio de vencedores pareció un campo de batalla: Delgado, Corredor, Caritoux, Dejonckheere, y Yáñez esperaban tumbados sobre una tablas de madera la hora de levantarse para recoger el maillot correspondiente. No tenían fuerzas para otra cosa. Corredor, el colombiano, apenas podía hablar y se reía cuando González Linares, su director, le insistía: "Te empeñaste con el piñón 23. Mira que te lo he dicho. Has tenido miedo, podías haber dejado a Delgado. En estas etapas hay que ir a por todas". Patrocinio, su compatriota, manifestaba a la Prensa que había sido una etapa como el Tour de Francia: Larga,dura y rápida".

Un pelotón a gran ritmo

Y es que hasta Berga, un pueblo del Pirineo catalán, existió la impresión general de que se estuvo fraguando una auténtica labor de desgaste. La etapa parecía aburrida porque permaneció mucho tiempo, bajo una constantes: dos corredores, Ugartemendia (Orbea) y Bayón (Dormilón), permanentemente escapados, seguidos por Ocaña (Kelme) y Juárez (Hueso), y luego el pelotón. Así hasta Berga, en el kilómetro 167 de carrera, y tras aprovechar tres puertos, uno de primera categoría. No es que nadie luchara, es que todos eran conscientes de que la etapa era más dura de lo esperado y por un motivo: los horarios se cumplían con toda escrupulosidad, lo que significaba una marcha muy rápida.

Donde parecía existir un pelotón agrupado, se ocultaba una lucha, sorda e individual, de muchos hombres por no quedarse descolgados antes de tiempo. Ruiz Cabestany lo confesaba: "Me costaba mucho seguir en el pelotón, estaba agotando mis fuerzas en esa lucha". Como él, había otros corredores, muchos. El pelotón unido era un puro espejismo. Ugartemendia le gritaba a Bayón, su compañero de escapada: "¡Venga macho, que vamos a romper la carrera, ya somos lideies!". Ambos llegaron a tener nueve minutos de ventaja, fueron finalmente rebasados, pero rompieron muchas piernas con su actuación. Y así llegaron todos a Berga, una pequeña población en la que es imposible dar un paso sin subir una cuesta.

Según se pasaba frente al ayuntamiento, Berga les recibía con aplausos y los guardias municipales indicaban con las manos que se acercaba una bocacalle a la izquierda, en curva cerrada. Era una trampa, porque nada más doblar la esquina se avecinaba una recta de casi 500 metros, que parecía un muro. Faltó que alguien bajara una bandera. Era el comienzo real de la batalla. En esa recta infernal, los Zor, como siempre inquietos, atacaron. Sólo 25 corredores aguantaron el estirón, entre los que estaban todos los jefes de fila, incluido el propio Moser, en un último y digno esfuerzo por cumplir profesionalmente con su condición de figura internacional. De este pelotón de notables, pronto se descolgaron corredores como Moser, Laguia, Cabestany y Lejarreta, mientras Alberto Fernández saltaba en cabeza y era seguido por Chozas y Caritoux.

Sufrir, sufrir y sufrir

Cada kilómetro era un punto de mayor intensidad. Gorospe se quedaba, pareció un hecho definitivo, mientras que el Teka llegó a reunir en cabeza un cuarteto importante: Corredor, Patrocinio, Edmonds y Dietzen, sus cuatro mejores corredores. Zor y Teka dominaron la escalada de forma ejemplar, y el Reynolds sufría una nueva derrota en toda regla. Pero Pedro Delgado, aprovechando ciertos tirones, administrando sus fuerzas con inteligencia, logró estar en las posiciones que iban decidir el resultado final.

Alberto Fernández llevó todo el peso de la escalda y lo pago caro porque no resistió los últimos dos kilómetros. Caritoux, que ya demostró en la Vuelta al País Vasco que sabía subir, se despegó en solitario. Delgado rebasó a Chozas, se dejó coger por los dos colombianos, permitió que Patrocinio tirase y, finalmente, los abandonó. No pudo alcanzar a Caritoux, pero le bastó para ser líder.

Sin embargó, Delgado tendrá a su cargo la responsabilidad de fajarse como un campeón. Echavarri no podía discutir que el Reynolds trabajará para él, porque es la única pieza que le queda. Y porque Teka y Zor ganaron la etapa en la práctica. El Teka metió a cuatro corredores entre los 10 primeros y los tiene con posibilidades en la general (Corredor, Patrocinio, Edmonds y Dietzen); el Zor puso a tres (Chozas, Alberto Fernández y Rupérez). Delgado está solo con su maillot amarillo. La perspectiva que se le presenta es cruel.

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