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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El senor Bogart, ¿supongo?

¿Qué hace un tipo como Bogart en una película corno ésta? Humphrey Bogart fue un personaje del cine nacido para el atuendo de paisano, no sólo siglo XX, sino muy claramente del período que media entre el maduro new deal, fines de los años treinta, y el comienzo de los sesenta, los años de sus últimas películas. Cuando cambió la indumentaria civil por la militar, jamás se permitió vestir nada anterior a la segunda guerra, y ello dejando siempre claro que no se trataba de un profesional, que había sido arquitecto en la vida civil, periodista, escritor, o personaje de dudosa reputación, en general. De la misma forma, jamás habríamos comprendido a un Bogart disfrazado de Errol Flynn haciendo de pirata, espadachín, general Custer, con peluca, mosquete o atuendo de trampero. La única película en la que visitó el Oeste -Oro, amor y sangre, con Flynn y Randolph Scott- parecía un reestreno del gánster Duke Mantee, de El bosque petrificado, y uno podía notarle la incomodidad de circular llevando las pistolas a la vista.Bogart no puede ser un africano más en una película del género. No puede ser un Allan Quatermain, buscador de diamantes pertrechado de boy scout, dedicarse al ej9o de la caza mayor, batir a los zulúes o explorar el corazón del continente negro, temas fundamentales del cine africano visto desde Europa. Bogartes un personaje urbano hecho para el acero, el vidrio y el cemento de la gran ciudad. Un tipo de Chandler o de Hammett, un comediante de espacios cerrado que cuando lucha en una guerra se encierra en una posición cercada o en el primer camarote del USS Caine. Tiene horror a la naturaleza, y la de Africa, con todo su follaje, profusión de insectos y vida incontrolada, ha de ponerle malo.- Y, sin embargo, La reina de Africa es un triunfo de la sustan

cia sobre el accidente, de forma que, sin dejar de ser una gran película de Huston, es también una película de Bogart y de la señora Hepburn.

La cinta es un viaje que trans curre en casi todo su metraje en un espacio cerrado que es el río, a ambos lados visibles sus orillas bloqueadas por lo desconocido, tapiado el cielo por un techo de ramaje, y allá en su centro la barca de motor rezongante, como un universo en sí mismo. En ella dos personajes. Un eterno transeúnte medianamente envejecido que se obstina en vestirse de capitán de barco venido muy a menos, barba de todos los días y el recurso avergonzado de un frasco de aguardiente, frente a una dama pudorosamente preservada en alcanfor que pretende estar viajando en un paquebote de recreo.

Entre los dos, la atmósfera cerrada, la terca indumentaria de otras tierras, en los años en los que rebota torpemente en Africa el enfrentamiento de la primera guerra, contribuyen a recrear el ambiente, la pugna de ambos personajes por capturar el mundo de una Europa lejana. El encuentro entre Bogart y Hepburn está negando Africa, prescindiendo del tiempo, relegando el paisaje a todo lo que no sea un decorado floral para una historia de cretona y vestíbulo. Es el triunfo del anacronismo, del sometimiento del escenario a una realidad personal. El vagabundo que quiso ser un caballero y la misionera que aún no sabe que es una mujer imponen su sustancia al accidente de la película africana, y, una vez más, Huston tensa su murídó de aventura en un espacio perfectamente acotado.

Bogart sigue siendo Bogart en medio de un falso continente, catapultado a una época en la que su personaje aún no había nacido. Katharine Hepburn consolida una imagen que luciría con variantes a lo largo del tiempo. John Huston hace nuevamente su película, hasta el extremo de recrear más tarde la fórmula de La reina de Africa con Robert Mitchum y Deborah Kerr, soldado él, monja ella, perdidos en la barca de un naufragio, que los libra al océano, donde los tipos urbanos contienden su batalla rodeados del mar.

Por eso, si el doctor Stanley hubiera topado en una de sus exploraciones con el presunto rodaje de La reina de África, habría podido dirigirse al centro de la trama interrogando sin probabílidad de error: "Mr. Bogart, I presume?".

La reina de África se emite hoy a las 22.30, según informa TVE, por la primera cadena.

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