Tribuna:Triunfo histórico del radicalismo en Argentina

Ahora hay un futuro en Argentina

Argentina ha recuperado su fe en sí misma. Hace pocos meses, casi semanas, el pueblo argentino estaba desmoralizado, casi sin pulso, anonadado ante su catástrofe económica (desnaciónalización de su economía, impresionante deuda externa), social (30.000 desaparecidos) y militar (derrota en el conflicto de las Malvinas). Tal era el balance de siete años de dictadura.

Los problemas subsisten, pero ahora hay un futuro. Quizá sea ésa la mayor virtud de una campaña electoral en la que un hombre, más que un partido, ha sabido levantar los espíritus y, conectar con la voluntad profunda de su pu...

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Argentina ha recuperado su fe en sí misma. Hace pocos meses, casi semanas, el pueblo argentino estaba desmoralizado, casi sin pulso, anonadado ante su catástrofe económica (desnaciónalización de su economía, impresionante deuda externa), social (30.000 desaparecidos) y militar (derrota en el conflicto de las Malvinas). Tal era el balance de siete años de dictadura.

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Los problemas subsisten, pero ahora hay un futuro. Quizá sea ésa la mayor virtud de una campaña electoral en la que un hombre, más que un partido, ha sabido levantar los espíritus y, conectar con la voluntad profunda de su pueblo.Raúl Alfonsín, con el que me honro en tener una buena amistad, comenzó hace años a recorrer el camino que lleva a la presidencia de la República. Cuando le vi en Buenos Aires, en plena euforia del régimen militar, ya percibí en él un temple de luchador que sabe estar por encima de la coyuntura, tan distinto a otros políticos, incluso de su propio partido, acomodaticios y contemporizadores ante un régimen que violaba sistemáticamente los derechos humanos. Entonces era minoritario en la Unión Cívica Radical, en la que encabezaba una tendencia que llevaba el significativo nombre de Renovación y Cambio. Recuerdo que ya fustigaba la política ultraliberal de Martínez de Hoz, discípulo de la escuela de Chicago, que terminaría por destruir la economía argentina.

Ese mismo año participó de forma destacada en Iberoamérica: encuentro en la democracia, que organizara el ICI, y desde entonces se acusó al instituto de favorecer al alfonsinismo en su pugna con el justicialismo. No era cierto, no; pero ello dio lugar a una serie de comentarios en la Prensa argentina. Lo que sí es verdad es que veíamos encarnar en Alfonsín los deseos de cambio, de modernización y moralización en la sociedad argentina. El pueblo argentino, que rechazaba el régimen militar, tampoco quería volver al pasado como si nada hubiera ocurrido en 10 años.

Se tiene la impresión de que los pueblos suramericanos buscan modelos de democracia avanzada tan distantes de las fracasadas experiencias autoritarias y ultraconservadoras (neoliberales en economía) como de las tendencias marxistas-leninistas. Las próximas elecciones de Venezuela, Perú, Ecuador y quizá, ¿por qué no?, las de Chile y Uruguay, podrán ratificar o no esta tendencia.

España debe ahora demostrar con hechos concretos su solidaridad con el pueblo argentino. Debe convertirse en el valedor de su Gobiemo democrático ante los países industrializados, como acaba de decir Alfonsín en sus primeras declaraciones tras la victoria electoral.

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El pueblo argentino tiene que saber que cuenta con el apoyo, la simpatía y la fraternidad del pueblo español y de su Gobierno.

es presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI).

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