El 2 a 1 y el amor
El escritor José María Carandell hace una aproximación en este artículo a las consecuencias que en las relaciones de pareja puede tener el resultado del sábado entre el Barcelona y el Madrid. Carandell, autor de la obra teatral A les 20.00 hores, fútbol, hace, un análisis de la íntima relación que mantiene el comportamiento de los seguidores del Barça con los resultados de su equipo.
Los encuentros futbolísticos dan pie y, en el caso que -nos ocupa, manos, a innumerables consideraciones. Si los oponentes ion, además, los equipos de las dos grandes capitales naturales del Estado, los factores que intervienen en él son tantos como en la vida misma. Uno no sabe, al tomar el fútbol como tema, si dar primacía a lo que tiene de deporte, o a lo que tiene de política, de economía, de cultura, de guerra, de masificación, de antropología o de compendio de las pasiones, incluida la del, amor.El fútbol es, en cuanto a la multitud de sus sentidos, una maravilla. Hace unos años conocí la oscura historia de un matrimonio barcelonés. Él era un hombre apocado y con complejo de inferioridad; ella, una mujer romántica y sensual. Un buen día, él se hizo socio del Barça, cosa que creía reservada a personas con suerte, y se creció de tal manera que, además de crecer unos centímetros, era, entre sus compañeros de café, de oficina y de los corrillos de la Rambla, el más exaltado, animoso y seguro de sí mismo. Su carácter cambió, y su pasión futbolística llegó a tanto que utilizaba en la vida cotidiana las formas y el lenguaje de los estadios. Dribabla, le pedía que le bombease la sopera, efectuaba penetraciones con el zaguero de sde el centro del campo en la cama. La vida matrimonial, antes anodina, se coloreó y caldeó con las pasiones de la Liga. Si el Barça vencía, la mujer tenía asegurada una semana de amores ardientes. Pero, si perdía, el marido no, hacía ni abuso ni uso del matrimonio, como ella misma se encargaba de comentar desolada a sus vecinas, hasta la nueva victoria del equipo.
Afortunadamente para la mujer que, ante su sorpresa, no todos los hombres respondiesen a las, mismas motivaciones eróticas. Vivía en el mismo inmueble que ellos un joven de Comisiones Obreras. Éste era más sensible a la política que al deporte y estaba dotado del triunfalismo sin fisuras de los comunistas históricos de antes del eurocomunismo, por lo que podía consolar a la mujer en las difíciles y demasiado frecuentes semanas de derrota. El marido llegó a saber estas para él incomprensibles alegrías de vecino y esposa, y se le encaraba así a ella: "¡Precisamente esta semana has tenido que engañarme, después de ser derrotados por el Elche!". Sobre esta historia verdadera y más frecuente de lo que en un pnncipio yo mismo llegué a suponer, incluso entre los seguidores de otros equipos que son menos que un club, hice yo una comedia, "A les 20.00 hores, fútbol", que representaron Ovidi Montllor, Mercé Managuerra y Sergi Mateu.
Escribí esta obra hace cinco años. La enmarcaba en una tarde de domingo en que el Bargajugaba en casa contra el Madrid. El Barça volvía a su mala racha después de los tiempos de Cruyf, a quién todos añoraban. El Madrid derrotaba al equipo local por 2 goles a 1, y el del triunfo lo marcaba precisamente Santillana ante la pasiva perplejidad del portero. Parece que la historia no quiera quitarme la pasión con el fin de que mi obrita siga siendo de actualidad. Aunque los tiempos han cambiado, porque los comunistas ya son asequibles al desaliento después de tantos descalabros y rencillas; manifestaciones de masas las hay ya de muchos otros tipos, y parece que, así como los maestros ya no amenazan con aquello de "las manos quietas pronto se despenalizará el tocar la pelota con las manos, como se despenalizará, juntamente con el aborto, el tirar huevos que son vida en potencia, pero no en acto.
Es un consuelo pensar lo bien que se lo pasarán los esposos madridistas esta semana; pero es una pena que fallen los comunistas y que en el Barça haya dubitativos quintacolumnistas de Alianza Popular, hasta en su junta directiva, lo que puede introducir las dudas en el corazón de los barcelonistas. Si éstas aumentasen, las semanas matrimoniales dejarían de ser sensibles a las victorias y derrotas futbolísticas, quedando los individuos y los matrimonios al azar de sus propias pasiones y pasividades y de la monotonía del tiempo lineal.
¡No quiera Dios que el amor quede a merced de los enamoradosl ¡Preferible a ésto es que, de a merced de las manos de Carrascos y Camachos! ¡Mejor aún es que, como en la guerra civil, sean los extranjeros los que nos saquen de dudas y debilidades con los cañonazos de sus pies!
Sin fútbol no se manifiesta la rivalidad, pero tampoco el amor.
es escritor.
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