¿A quién le gusta TVE?
Si hacemos caso de las declaraciones y manifestaciones públicas de unos y otros, a nadie le gusta en España la programación de televisión. ( ... )No parece posible que ningún medio de comunicación, ni siquiera Televisión Española, pueda ser parcial contra todas las partes. Ese es un problema físico de tan imposible resolución como el de que cada uno vea las cosas según el color del cristal con que las mira.
La impresión que de todo esto obtiene el telespectador -al que tampoco te acaba de gustar lo que ve en esa ventana abierta durante tantas horas diarias en su cuarto de estar- es la de que los poderes públicos y los afanes partidistas quisieran tener una televisión pintada solamente con el color ideo lógico de sus preferencias. De ahí, entre otras razones, el peso fenomenal que tienen las decisiones que afecten a la televisión. De ahí, también, la notoriedad que alcanzan los nombramientos y dimisiones en el ente, tanto sean de vedettes, como el señor Balbín, o de discretos empleados, como Antonio López.
Por eso, también, no es aventurado conjeturar que los mismos intereses y los mismos desvelos que hoy concitan las cosas y las personas de RTVE se extiendan dentro de poco a TV-3, Televisión de Catalunya, en cuanto el tercer canal, el autonómico, llegue diariamente a nuestros hogares.
Gran parte de los problemas de la televisión de hoy son, en definitiva, los mismos que los que sufriría la Prensa del país si sólo hubiese periódicos del Estado.
La apetencia, aunque sea inconsciente, por controlar o condicionar esos canales exclusivos de información es demasiado fuerte para que los telespectadores no acabemos pagando las consecuencias de ello.
, 2 de octubre.
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