Más rellenos

Tres películas con escasos atractivos para el fin de semana. Sólo una de ellas- El potro alazán, rodada en 1949, que TVE emite por su primera cadena hoy a las 15.55- cuenta con un director y un reparto solventes, pero el filme probablemente es a estas alturas muy poca cosa, a tenor de la escasa huella que ha dejado en las respectivas filmografías de sus autores e intérpretes.Su director, Lewis Milestone, es considerado uno delos clásicos del Hollywood de la época dorada del mudo -Sin novedad en el frente es su obra más conocida- y primeros años del sonoro -donde destaca la primera versión de Primera plana, de la que luego hicieron sendos refritos, pero muy superiores, How ward Hawks y Billy Vilder-, pero siempre con más oficio que talento. La fecha de este filme, por otra parte, corresponde ya a la decadencia de este cualificado director, que fue muy sobrevalorado en su tiempo y que ha pasado muy mal la prueba de los años.

La presencia en el reparto de un Robert Mitchum joven, junto a Myrna Loy y Louis Calhem, es el mejor aliciente que ofrece esta resurrección de un filme casi olvidado y cuyo interés es cuando menos dudoso.

Intriga banal

La ya tradicional noche cinematográfica del sábado está rellena otra vez con una banal película de intriga, rodada en 1973 por James William Guercio. Se titula La piel en el asfalto, y cuentalas aventuras de un policía de tráfico metido en lios detectivescos. Se emitirá también por la primera cadena a las 22.30.

La película del domingo en la segunda cadena -que habitualmente suele tender hacia proyecciones defilines de calidad y de interés cultural o estrictamente fílmico- es esta vez una mediocre película histórica: Rasputín, dirigida en 1966 por Don Sharp e interpretada por el draculino y truculento Christopher Lee, que es por supuesto, y a pesar de sus habituales. excesos de mascarada y gesticulación, el único ingrediente del rollo que merece la pena verse. La película se emite a las 21.45.

Ya mediado el mes de agosto un solo tirón hacia atrás de la memoria nos pone ante una programación cinematográfica en TVE que se acerca al cero absoluto. Que yo sepa, en agosto también se ve la televisión, en agosto la gente sigue disfrutando con el buen cine, en agosto no sobra sino más bien lo contrario ese respiro semanal del televidente que es una película de fuste, en agosto el buen gusto sigue existiendo.

Ayuno

Pero con este bajísimo tono medio, de consecuencias casi disuasorias, que están adquiriendo las selecciones veraniegas, el atractivo y la credibilidad que ha alcanzado en los últimos dos años el cine en la pequeña pantalla, que es el máximo en audiencia y en aceptación, peligra seriamente, y el retorno otoñal a los platos cinematográficos fuertes puede, qué remedio, resultar indigesto tras tan intenso, tan inexplicable y tan largo ayuno.